¡Un dislate sin medida! Ataque a la Lengua de santa Teresa y san Juan de la Cruz.

El gobierno quiere suprimir el Español como lengua vehicular en nuestro país

 He sido durante doce años profesor de Lengua y Literatura españolas. Entre mis aficiones más destacadas está escribir. Veinte y seis libros publicados son buena prueba de ello.

 En mis numerosos viajes por el mundo, lo mismo en EEUU, que a lo largo de toda la América hispana, el español me ha servido de cauce de comunicación y encuentro. He rezado en Español en cientos de lugares remotos y con cientos de personas, en san Patricio de Nueva York y en las selvas tropicales del caribe. El Español es la tercera lengua del mundo en internet, la estudian veintidós millones de personas en más de cien países. Una lengua, la de Cervantes y la nuestra, que sirve de encuentro, de concordia y de entendimiento entre los pueblos. La Lengua española avanza imparable y se dirige sin cansancio hacia la meta de los 600 millones de hablantes en los próximos tiempos. Aprender y hablar español es más que saber un vocabulario y conjugar unos verbos, es una manera común de sentir, de compartir valores y cultura. Es poder acercarse a San Juan de la Cruz y a santa Teresa y percibir el rumor del Espíritu de Dios que anda por allí. Es acercarse a la generación del 97 y latir con todo un pueblo al que le duele su patria. Así lo expresaba Cenuda: Raíz del tronco verde, ¿quién la arranca? Aquel amor primero, ¿quién lo vence? Tu sueño y tu recuerdo, ¿quién lo olvida, tierra nativa, más mía cuanto más lejana?”  Es acercarse a Machado y sentir con él la esperanza de que algo nuevo puede surgir cuando todo parece condenado en medio de una pandemia galopante como la que vivimos: “Mi corazón también espera hacia la luz y hacia la vida otro milagro de la primavera”. Hablar hoy español es el compromiso de trabajar por una democracia compartida, lejos de intolerancias y “comisiones de la verdad”, que son cárceles camufladas de la libertad. El español, entendido así, no puede dar marcha atrás por el bien de todos. Y eso es lo que pretende el gobierno actual de España impidiendo que sea lengua vehicular en nuestro país. Yo he visto cómo en Puerto Rico se defiende el Español frente al inglés que todo lo quiere colonizar. Allí no se pone la señal de tráfico del Stop sino que han optado por el “Pare”. Es curioso que se sea solo en España, la cuna del Español, donde se le ataque y se le pongan más trabas. Parece increíble que el Gobierno se empeñe en despojar a nuestros jóvenes de su lengua, que nunca es incompatible con otras lenguas españolas, en virtud de pagar peajes políticos inconfesables. Estamos asistiendo a un ejercicio imperdonable de estulticia cultural y política a cambio de mantener en el sillón a un caudillo arrogante y sobrado de ideología más que de razón. No se puede someter el interés general al interés ideológico particular y al deseo de sillón. Cuando casi 22 millones de alumnos aprenden Español fuera de España, nuestro gobierno le pone palos en la rueda a nuestra Lengua para sacar rédito partidista. Es una traición cultural inaceptable.

En EEUU, por poner un ejemplo, el Español está creciendo de manera desorbitada y será, con el tiempo, el segundo país hispanohablante, después de México. España es el tercer país exportador de libros del mundo.

Proteger el español en España no es una afrenta contra nadie sino un espaldarazo para todos.

Exijo la inmediata rectificación de esta decisión de la que nos vamos a sentir en un futuro cercano, profundamente arrepentidos. Este nuevo “caudillo” que nos gobierna nos está llevando a la ruina sanitaria, económica y cultural más grande desde la guerra civil española. Y hay que decirlo alto y claro. Porque “el que calla, otorga.”

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