Contemplar en tiempo de falta de contemplación "Contemplación y Vida. Día “Pro Orantibus"

Se trata de mirar con pureza el misterio de la vida que no está en los focos televisivos ni en el protagonismo de la calle.

 La contemplación es una actitud del corazón, de la mente y de la voluntad que pretende mirar con pureza el misterio de la vida y lograr experiencias de encuentro.

No es, por tanto, la contemplación algo al margen de la vida sino que supone la vida y no puede llevarse a cabo al margen de ella.

La contemplación no tiene nada que ver con la pasividad, el silencio o la huída del mundo. El contemplativo no es alguien que practica la “Fuga Mundi” porque sólo desde el mundo se puede entrar en actitud contemplativa. El contemplativo es un enamorado de lo humano, un explorador de la vida que encuentra y ve lo que otros no ven porque caminan excesivamente deprisa.

Contemplar significa explorar en la interioridad personal para buscar el auténtico hombre-mujer interior. Es lo mismo que proponerse con autenticidad una lucha contra el mal y una búsqueda incansable del bien, de la perfección y de la belleza sin que el bien, la perfección y la belleza se conviertan en fines en sí mismos sino puestos al servicio del descubrimiento del perfecto, que es Cristo.

 Contemplar es encontrarse y entrelazar la vida de manera profunda con el misterio de Dios que hemos contemplado en Cristo, con la historia personal para descubrirla historia de amor en nosotros, aunque tenga sombras; encuentro con la naturaleza, hogar y marco privilegiado para la contemplación; encuentro con los otros, con la humanidad, con los pobres (Del mismo modo que el samaritano se encontró con el herido del camino porque no pasó de largo y contempló). Toda la contemplación pasa por encontrarnos con nosotros mismos, descubrir nuestras muchas posibilidades y ponerlas al servicio del bien y de la verdad. La auténtica contemplación está encaminada a la acción y se llena de un profundo dinamismo de cambio que pasa por uno mismo y la historia personal, sigue en los otros y acaba en la naturaleza y en la vida.

 El contemplativo, al final, tiene como meta soñada ser uno con Cristo, apostar por el hombre nuevo que es Cristo, sentirse convocado al Reino de Cristo. Por tanto contemplar no es evadirse, encerrarse o quedarse en blanco; contemplar es ponerse en camino para encontrarse y dejarse encontrar con lo más genuino de la vida y con Dios.

Rasgos que deben configurar a la persona consagrada contemplativa en clausura.

1.- La  persona contemplativa no pasa de largo.

2.- La persona contemplativa no se estanca. Como el agua saltarina está en continuo aprendizaje y sueña con llegar al mar.

3.- La persona contemplativa vive en el agradecimiento y la gratuidad.

4.-La persona contemplativa ha tenido y no dejará de tener nunca una honda experiencia de Dios.

5.- La persona contemplativa es relacional, busca entrelazar su vida de afectos y de nombres, se siente convocada al encuentro con los otros. Un contemplativo jamás es un solitario.

6.- La persona contemplativa ha desarrollado con  mucha intensidad el sentimiento de la misericordia y la compasión.

7.- La persona contemplativa se siente plenamente identificada con Cristo aunque haya en ella mucha sombra y zonas de su ser conquistadas por el pecado.

8.- La persona contemplativa cultiva una gran capacidad de asombro y de emoción ante las cosas más insignificantes de la vida. Es detallista.

9.- La persona contemplativa ama y trabaja sus pulsiones para lograr la serenidad de los que han elegido la mejor parte. Un contemplativo nunca es un ser nervioso, tenso, agobiado, estresado…buscador de focos y protagonismos  y, si lo es, no tiene avanzado su estado contemplativo. La contemplación produce por sí misma serenidad de alma y de espíritu.

10.- La persona contemplativa se lo ha jugado todo a una sola carta, sabe bien de quién se ha fiado y contempla su vida como un proceso en crecimiento que no tiene marcha atrás. Por eso busca la oración, el silencio, la humildad y nunca los focos televisivos.

11.- la persona contemplativa vive la libertad con pasión. El contemplativo no es el que se ata sino el que se libera; no es el que se encierra sino el que vuela; no es el que calla permanentemente sino el que no puede evitar hablar de Dios y de su amor.

12.- La persona contemplativa es un ser encarnado y no evadido; no está en las nubes sino en la realidad más hiriente; no se desentiende del mundo sino que contempla, sufre, ama y transforma el presente de la humanidad que camina  para hacerlo según el corazón de Dios.

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