El Cornavirus, ese visitante inoportuno.

-Otro decálogo más para estos tiempos de confinamiento-

Estamos todos preocupados y confinados, como deber ser, siguiendo las instrucciones de las autoridades. Acaban de anunciar la muerte de un guardia civil de solo 37 de años y sin patologías previas , de una enfermera en Galdácano y muchos ancianos van ya abriendo la lista. Tengo ya dos amigos infectados por el coronavirus. Un amigo de la infancia, Blas, me acaba de escribir un wasap para decirme. “Estoy preocupado con esto, ¿Por qué no escribes algo en tu Facebook, donde tienes tantos seguidores?” Y esta petición de mi amigo me ha puesto marcha. ¿Qué puedo deciros yo que no sepáis ya vosotros? Se me ocurre, a bote pronto, un decálogo para estos tiempos del coronavirus:

1.- Somos pura debilidad. Fuimos creados simbólicamente por Dios del polvo de la tierra, de arcilla, y ésta se rompe con suma facilidad. Nunca pensemos que somos algo grande; la realidad es que somos muy pequeñitos y este virus letal ha venido a confirmárnoslo por si teníamos alguna duda. Solo somos grandes cuando nos arrodillamos ante Dios y para servir a los pobres.

2.- Todo en la vida sucede por algo y para algo, busquemos lo positivo de esta cruel situación y aprovechémoslo. Por ejemplo está surgiendo una corriente desconocida de solidaridad que nos está asombrando a todos y despertando sentimientos muy dormidos en nosotros que han llegado a emocionarnos. Unámonos a esta corriente ya imparable.

3.- Hay una realidad común que nos une: la lucha contra el bicho. Es tiempo de dejar a un lado lo que nos separa, ideologías, culturas, estatus económico, religiones. ¡Todos unidos contra el bicho! Ofrece al gobierno todo lo que esté a tu alcance: camas, locales, material quirúrgico… Quien no da lo que puede ser útil es también cómplice.

4.- Valoremos lo que, a veces, no valoramos y hasta criticamos. Por ejemplo, la entrega de los médicos, del personal sanitario y de todos los servicios que mantienen nuestro país, camioneros, carteros, comerciantes, farmacéuticos, sacerdotes, policías, Guardia civil... En estos días estamos viendo lo importante que son y la falta que nos hacen. ¡Cuánto nos necesitamos todos!

5.- Hemos convivido toda la vida con virus y bacterias y pensamos que, por ser tan pequeños, no suponen una amenaza para nosotros, pero ahora vemos que no es verdad. Son una amenaza muy peligrosa cuando se desatan como el coronavirus. Aprendamos a cultivar las buenas costumbres de aseo personal, de aseo del medio ambiente. Todo eso contribuye a nuestro bien y al bien de todos. No seamos descuidados en lo que nos afecta a todos. Hoy por ti, mañana por mí.

6.- Los más vulnerables han de ser los más protegidos en la comunidad. Que esto sea todo el año y no solo cuando hay pandemias. Los ancianos y los niños han de ser los primeros siempre. Yo ya no seré niño pero seguro que puedo llegar a ser anciano, si Dios no lo remedia.

7.- La autoridad no es una desgracia que hay que soportar sino un servicio valioso para toda la sociedad. En momentos así descubrimos la importancia que tiene que alguien lleve el control de la situación y nos señale a todos los ciudadanos las normas importantes con el asesoramiento de los expertos que nos conduzcan al éxito. Hay que rezar por nuestras autoridades y apoyarlas aunque no compartamos sus ideas y métodos.

8.- Tiempo para la esperanza. Hemos padecido situaciones mucho más graves que ésta y las hemos superado con una firme decisión de hacerlo juntos, desde la unidad y la solidaridad. Éste es uno de esos tiempos que nos convoca a sentirnos una sola comunidad más allá de lo que nos separa. No puede abandonarnos un espíritu positivo y confiado sin dejar de ser realistas.

9.- Estamos compartiendo una experiencia de internacionalidad. Este mundo nuestro es un planeta cada vez más pequeño. Se rompen distancias, el virus llegar a todos los lugares, salta muros y concertinas, no conoce fronteras. Aprendamos a amar nuestro mundo tan maravilloso. Es la casa que Dios nos ha regalado para que la habitemos y seamos felices. No lo dividamos, no lo separemos, no nos encerremos en pequeños espacios que nos hacen más vulnerables. Dios no ha creado ninguna frontera. El virus nos dice que juntos podemos mucho más que divididos. China que nos parecía inmensamente lejana, viene ahora a ayudarnos. Se abre un tiempo nuevo para hacernos más universales.

10.- Aprovecha para acercarte a Dios. Será la mejor forma de sacarle jugo a este confinamiento. Esta cuaresma especial que nos ha tocado vivir nos invita al ayuno y a la abstinencia, como espacio de preparación para acercarnos a Dios, origen y horizonte de la vida. Puede ser una experiencia apasionante. Plantéatelo así. Nuestro ayuno podía ser éste: No salgas de casa, obedece a las autoridades. No es tiempo de criticar sino de arrimar el hombro. Practica la abstinencia de prepotencia y orgullo porque ya ves que el virus nos está dando una buena lección de humildad a todos por si nos creíamos algo. El obligado confinamiento nos permite acercarnos a la Palabra de Dios, leer un ratito cada día, meditarla y hacerla vida. Una Cuaresma de lujo. Orar por los nuestros y por los otros. ¿Quién sabe si a esta situación tan trágica no podemos deberle en el futuro una fe más sólida que nos haga más fuertes y decididos ante una crisis como ésta? Tan importante como lavarse las manos es lavarse la cabeza de prejuicios, de falsas seguridades, de envidias y fanatismos de cualquier tipo. Tal vez -ya ves cómo son las cosas- nos estemos preparando para celebrar la mejor Semana santa de nuestra vida, aunque no podamos salir por las calles con las procesiones ni asistir a los santos Oficios de manera presencial. Que no hay mal que por bien no venga, dice nuestro refranero.

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