Una vida al servicio de la iglesia desde la Psicología Fallece en Salamanca el P. Antonio Vázquez Fernández, mercedario

Antonio Vázquez, figura esencial en la Pontificia
Antonio Vázquez, figura esencial en la Pontificia

Fue  impulsor de la creación de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca, de la que fue después profesor y Decano, maestro de cientos de alumnos de Psicología de toda España y gran formador de formadores católicos en nuestro país y en toda Latinoamérica

Acaba de fallecer el P. Antonio Vázquez, mercedario y experto docente en Psicología.

Fue  impulsor de la creación de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca, de la que fue después profesor y Decano, maestro de cientos de alumnos de Psicología de toda España y gran formador de formadores católicos en nuestro país y en toda Latinoamérica. Amigo del gran psicólogo de la religión Antoine Vergote y de Carl Gustav Yung.  Enseguida vio la  necesidad de ir promoviendo la Psicología Religiosa en España, que era en los años setenta, una carencia absoluta. Ha sido un excelente conocedor y divulgador  de las investigaciones de  James Hillman, Erik Erikson, Willian James, aparte de Vergote, Freud  y Jung

A él se debe, en gran parte, que esta materia forme parte hoy del curriculun de la formación de los teólogos y psicólogos de toda una generación.

La noticia del fallecimiento del P. Antonio Vázquez Fernández, hoy mismo, me ha sobrecogido. Como siempre nos sobrecoge la muerte de los más cercanos. Su edad avanzada y la amenaza del “Coronavirus” lo presagiaban.

 He compartido mucho tiempo y muchos afanes con el P. Antonio desde muy joven. Siendo yo estudiante de Teología en Salamanca, allá por los años 80, él ya era  mi superior en casa y mi profesor de Psicología General y Religiosa en la Universidad Pontificia de Salamanca, una materia qué él mismo había logrado introducir en la formación de los teólogos.  Fue él quien me animó a estudiar Psicología y puso a mi disposición toda su extensa biblioteca para que me animara  a  hacer el doctorado que nunca llegué  a hacer, y no por falta de decisión. El P. Antonio era  un convencido de que las ciencias humanas eran fundamentales en la formación de los futuros sacerdotes y formadores. Éste es uno de los títulos más logrados por el P. Antonio: Formador de formadores.

Tantos años compartiendo la vida con él, han permitido que guarde en álbum de la memoria del corazón muchas anécdotas de todo tipo. Aquellos años de mi formación teológica y psicológica en Salamanca fueron inmensamente ricos. Yo diría: ¡Prodigiosos! Llegué  a compartir la vida y la formación, bajo el mismo techo y a la misma mesa,  con personajes tan renombrados e ilustres  como  Xavier Pikaza, entonces mi formador, que nos enseñó a  pensar y a vivir en libertad, nada más y nada menos, en aquellos tiempos de miradas tan estrechas. Como el ilustre profesor Vicente Muñoz Delgado, todo un genio de la Lógica Matemática, profesor de muchos profesores de lógica por toda España. Como Ricardo Sanlés Olivares, formado en Alemanía, de talante abierto  y gran investigador, a punto de ser profesor de Teología en la Universidad de Santiago de Compostela, a quien un ictus le malogró la carrera y la capacidad de movimiento. Con Jaime Vázquez Allegue, que fue vicedecano de Periodismo en de la Pontificia salmantina y hoy, profesor de Periodismo en Mallorca.  Una comunidad de genios de la vida y de la fe en la que tuve la suerte de vivir.

Entre la anécdotas más curiosas que comparto con el P. Antonio hay una en que casi perdemos juntos la vida, cuando él conducía el coche en el que viajábamos juntos para hacer ejercicios al Monasterio de Poio (Pontevedra). A la altura de Carballiño, un volantazo imprudente hizo que el coche se saliera de la carretera y, después de dar varias vueltas de campana en medio de un maizal,  nos quedamos atrapados entre un amasijo de hierros hasta que los paisanos de Carballiño fueron a rescatarnos. A mí me costó la rotura de una vértebra lumbar y un mes de inmovilización en el hospital. Él salió milagrosamente ileso.

Permitidme resaltar algunas grandes cualidades que han a acompañado al P. Antonio Vázquez.

-Hombre de fe y de servicio: En esto, todos los mercedarios que le hemos conocido, coincidimos. Siempre disponible para la oración comunitaria, muy devoto de la virgen María y disponible para todos -que han sido muchos- los que han acudido a él a pedirle un consejo o su ayuda psicológica. Su gran “mercedarismo” está fuera de dudas

-Hombre de ciencia y sabiduría: no era fácil encontrar una persona tan bien formada como él y en tantas materias.  Entre sus publicaciones más importantes podemos destacar:

-Tolerancia ¿debilidad o fortaleza?

-Educar en el uso del dinero. (1997)

-Freud y Jung, exploradores del inconsciente (2001)

-Notas para una lectura de “Las Moradas”  de santa Teresa desde la Psicología Profunda.

-Pablo de Tarso

-Miryam, la nazaretana.

-Freud y Jung, dos modelos antropológicos. (1981)

-Psicología de la personalidad en C. G. Yung. (1981)

-Los símbolos familiares de la Trinidad según la Psicología profunda

En el año 1997, los profesores de la facultad de Psicología de la Pontificia de Salamanca le ofrecieron un emotivo homenaje por su reconocida contribución durante tantos años a la facultad de Psicología, con la publicación: “Temas de Psicología”

-Hombre de iglesia: Siempre recuerdo cómo nos inculcó, el P. Antonio, el amor a la iglesia pero no con la fe del “carbonero” o sin capacidad de creatividad positiva. Él mismo nos comentaba cómo,  a veces, veía situaciones en la iglesia que no se podían sostener y había que atajar con espíritu crítico y denuncia serena. Creo que ha sido al primero que he oído, en los años 70,  que las actitudes de pederastia en la iglesia había que cortarlas por lo sano y con toda autoridad. Un anticipo de lo que después se llamaría tolerancia cero. Dio muchos ejercicios, charlas, retiros y conferencia  por medio mundo, a muchos grupos diversos, en seminarios, conventos, capítulos…

Contribuyó, sobremanera, a Universidad de la Experiencia que ha funcionado en la Pontificia con gran éxito. Ya jubilado y mayor, habiendo cumplido los noventa años y muy delicado de salud,  pasó a la Residencia Intercongregacional "Madre de la Veracruz" de Salamanca, donde ha sido capellán en los últimos años y  donde se le han cuidado con una exquisita profesionalidad al lado de su comunidad. En estos días en que se cuestiona tanto el trato dado a los mayores en algunas las residencias, es de justicia resaltar el magnífico trato,  afectuoso, cercano y de gran altura profesional que ha recibido por parte de todo el equipo de sanitarios y trabajadores del "Grupo Norte" que gestiona la Residencia, así como de su propia comunidad, con uno de los hermanos mercedarios, que es  enfermero de profesión, fray Francisco Alises y la ayuda de Fray Alejandro Pérez y de todos los hermanos que han estado a su lado todo el tiempo hasta su muerte.

Deseo terminar este escrito de recuerdo  homenaje  a mi amigo, hermano y profesor con unos versos:

Habrá una Aurora capaz de darnos paz

en la clara mañana y su horizonte,

será la tierra de la oportunidad,

allí donde la paz de Dios se esconde.

Lo esperamos en nuestra realidad,

en este tiempo gris y dolorido

que azota a nuestra humanidad

y nos tiene en el silencio recluidos.

Nadie podrá ocultar tanta alegría

ni tanta primavera regalada,

Dios lo será todo en aquel día.

Sentiremos el alma emocionada

todo será como luz del mediodía,

la eternidad envolverá nuestra mirada.

                                   D.E. P.

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