Pascua no es solo para los que viven bien, es sobre todo para los que sobreviven. ¡Feliz pascua! Tiempo del orgullo cristiano

No podemos celebrar  a un Cristo vivo con un corazón moribundo.

Tomás incrédulo
Tomás incrédulo Mercedes fittipaldi fotógrafa

Estamos de Pascua. Estamos de paso. Celebrar este momento es descubrir que nada puede permanecer inamovible, que tenemos vocación de vida, de eternidad.

Componiendo este misterio que es la vida siempre nos falta una pieza. ¡Cómo componer este puzzle de la vida si nos amenaza la muerte?

 La Resurrección es la clave de bóveda de la catedral de la vida. Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe, seríamos los más necios de todos los hombres. Pero Él vive, sentimos la fuerza transformadora de su presencia, y este acontecimiento llena de luz y de sentido todos los pasos de nuestra existencia. La humanidad caminaba perdida y ha encontrado una senda. Se nos echaba encima la noche del sinsentido y nos ha visitado el sol que nace de lo alto. Una explosión de luz, de primavera, de esperanza, inunda a toda la iglesia.

Somos una comunidad cristiana universal. Es la fiesta de la humanidad redimida.

El grito de alegría, ¡aleluya!, resuena en este instante con igual fuerza en todas las comunidades cristianas, en las grandes catedrales góticas y en las humildes chozas africanas; en el corazón de las grandes urbes y en el interior de las selvas donde los misioneros se empeñan por erradicar el hambre, la enfermedad y la incultura. Hoy resuena con la misma fuerza el grito de la esperanza en la catedral de San Patricio de Nueva York, en la 5ª Avenida,  y en las favelas de Río de Janeiro que  se descuelgan en las sierras adyacentes. El Señor ha vencido a la muerte y nos ha hecho portadores de vida. La Buena Noticia no es sólo para los que viven bien, es sobre todo para los que sobreviven.

Celebrar la resurrección del Señor significa mirar con ojos de fe y asumir la realidad que nos rodea con amor y pasión.

-Es el momento de recuperar nuestro orgullo de hombres y  mujeres creyentes. Porque si es verdad que habita en nosotros el pecado –todos somos pecadores- hoy desborda en nosotros la gracia.

¿De qué nos sirve un Cristo resucitado si tenemos un corazón moribundo?

¿De qué nos sirve un Cristo vivo si apostamos por una cultura de muerte?

¿De qué nos sirve un Cristo triunfante si no vamos a hacer nada para que los niños del tercer mundo no sigan muriendo famélicos?

Resucitar con Cristo significa:

-Renovar hoy el amor de los esposos, creciendo en entrega y fidelidad.

-Suscitar el diálogo y la entrega en el seno de las familias.

-Educar a los niños en los valores del evangelio y en las buenas costumbres que hemos recibido de nuestros mayores.

-Recordar el compromiso de amor y la deuda de cariño que tenemos con nuestros mayores.

-Apostar por una cultura de vida: sin racismos, intolerancias, discriminaciones  o fanatismos.

-Apoyar los movimientos que contribuyen a crear lazos de solidaridad entre los pueblos: justicia y Paz, Cáritas…

-Amar y cuidar la naturaleza, como don precioso que es, respetando los árboles, los ríos, el aire que respiramos...

Sostener la inmensa y callada labor de los misioneros que trabajan en la vanguardia de la iglesia, al pie de los que sufren, rodeados de peligros y carencias, a pesar de las campañas difamatorias e interesadas que de vez en cuando algunos difunden por oscuros intereses.

-Apostar por la iglesia de la sinodalidad que está promocionando el papa Francisco.

-Luchar sin tregua contra el clericalismo reinante.

-Sentirnos todos un pueblo de Dios, en camino, comprometidos con nuestra iglesia.

-Valorando los sacramentos como lugar de la presencia de Dios, sintiéndonos activos en la comunidad y no simples consumidores de culto.

-En definitiva, es ver la vida con otros ojos, con otra mentalidad, sin caer en la trampa del individualismo, de ir cada uno a nuestros asuntos, como si sólo existiera nuestro mundo.

Con la Magdalena  hemos encontrado el sepulcro vacío

Para algunos el acontecimiento es intranscendente. “Habrán robado el cuerpo”, decían los judíos. Como si la existencia de Dios viniera a robarnos la libertad humana o pusiera límite a nuestras aspiraciones.

“¡Dios ha muerto” Decía Nietzsche, la ciencia lo ha matado. Pero quien realmente ha muerto ha sido Nietzsche y Dios sigue vivo en la confesión y en la vivencia de millones de creyentes.

-Mirad cómo lo dice un himno de la liturgia de las horas:

Quien diga que Dios ha muerto que salga a la luz y vea

Si el mundo es o no tarea de un Dios que sigue despierto.

Ya no es su sitio el desierto ni en la montaña se esconde,

Decid, si preguntan dónde, que Dios está sin mortaja

En donde un hombre trabaja y un corazón le responde.

-No podemos dejar que sean enjauladas las voces proféticas que nos recuerdan los valores auténticos de la vida.

-Centenares de mártires de ayer y de hoy siguen siendo un compromiso permanente por la verdad y la justicia.

-Hay intentos actuales por amordazar a la iglesia, por desprestigiarla desde situaciones y pecados particulares, por acallar su voz profética, pero está avalada por la fuerza del Espíritu de Jesús resucitado que la sostiene y camina con ella.

-Es verdad que hay pecado en la iglesia –Es nuestro propio pecado, el de cada uno de nosotros. Donde hay hombres hay pecado-. Pero también está su deseo profundo de seguir a Jesús, de ser buena nueva para los pobres, de trabajar incansable por la dignidad del ser humano como imagen de Dios. Ahí están los miles de misioneros españoles para gritarlo.

La iglesia quiere ser palabra y gesto del resucitado.

Sin aires de grandeza, con sencillez, al estilo de Cristo.

Pero sin complejos, su voz, la voz de los creyentes, tiene que dejarse oír en todos los foros de la sociedad y de la vida.

Cristo resucitado está fraguando un futuro nuevo para cada persona y para la humanidad en su conjunto.

-Nuestra historia, la humanidad entera, ha saboreado con demasiada frecuencia el vinagre del dolor, del sufrimiento, de la injusticia, de la guerra.

-¡Cuánto dolor abierto en el costado de la humanidad¡

-¡Cuánta tristeza y soledad en el corazón del hombre moderno  a pesar de su saber y de su técnica¡¡Cuántas personas vacías a pesar de estar llenas!

¿Adónde iremos? ¿Quién, si no tú, Señor de la vida, Cristo de la luz, tiene palabra de vida eterna?

Es tiempo de gloria, de gracia, de luz. No desaprovechemos la ternura divina que pasa por nuestra puerta. Descubramos a Jesús presente y cercano en medio de nuestra comunidad. ¡Feliz pascua¡

  Y a Cristo, el Señor resucitado, la gloria, el honor y el poder por los siglos de los siglos.

Con el cierzo que azota la colina

murió el romero, flor de la ladera;

clavado en cruz, desesperado, espera

el milagro de luz que se avecina.

La rama, por el hielo mortecina,

enamorada de la primavera,

ahogada en el dolor de su ceguera,

añora un rayo de savia divina.

Así mis manos, de orgullo sangrantes,

se encallecieron para la oración

y ya no aman como amaron antes.

Así los ojos de mi corazón,

yertos de invierno, sueñan apremiantes

con un destello de resurrección.

Etiquetas

Volver arriba