Otra más a la cuenta del descrédito eclesial Inmatriculaciones y rancio clericalismo.

Falta un matiz importante en las palabras de don Luis Argüello

El tema de las inmatriculaciones va  a dar mucho que hablar en los próximos años, y con toda razón. Si un inmueble es de la Iglesia, lo correcto es que lo siga siendo con todas las de la ley, pero si un inmueble no es de la Iglesia tendrá que explicar, quien tenga la autoridad competente, por qué lo ha inmatriculado a su nombre. Creo que la verdad nos hace libres y hemos de defenderla por encima de todo, si queremos mantener alguna credibilidad de la poca que nos queda en la Iglesia en este momento presente. No hace muchos días, por ejemplo, la justicia ha quitado la razón al Obispado de Mallorca porque había inmatriculado a su nombre las murallas” de la villa de Artá. Y el obispo Taltavull, por cierto, uno de los “vacunajetas”, no ha pedido perdón todavía, que yo se sepa,  sobre el caso. Se ha limitado a pedir “diálogo” a las autoridades municipales sobre las murallas, ahora que ya no son suyas de manera inequívoca y sin posibilidad de alegación (tras haber agotado todas las instancias hasta llegar al propio Tribunal Supremo). Y esto no es serio.  Y nadie en la Iglesia le ha pedido explicaciones o responsabilidades. El mal y el escándalo en la Iglesia de Mallorca ha sido enorme, pero aquí no ha pasado nada. Silencio por el foro. Otra más a la cuenta del descrédito eclesial.  Está pendiente de juicio el tema de la propiedad del convento de Santa Isabel, en el que las Jerónimas fundaron su Monasterio del mismo nombre en 1485, y que el obispo Salinas inmatriculó, a espaldas de las monjas. Otro escándalo en la Iglesia de Mallorca que no sabemos cómo va a terminar, pero que podía evitarse con este mismo diálogo que pide el obispo a las autoridades sobre las murallas de Artá, que no son suyas. Pero como él cree que las monjas le deben obediencia, ignorando  su exención canónica, con ellas no hay diálogo posible sino solo exigencia de que le entreguen las llaves y listo. Como en la Edad Media.

 Me han parecido muy acertadas las palabras de don Luis Argüello, secretario de la Conferencia Episcopal, a quien conozco muy de cerca, porque fuimos compañeros, profesores del Seminario Diocesano de Valladolid durante  doce años, y a quien valoro por su honestidad y su preparación. Pero he decirle, fraternalmente,  que en sus declaraciones falta un pequeño matiz que las haga creíbles. Sus palabras son éstas: “La Iglesia no quiere que esté a su nombre nada que no sea suyo, por eso si alguien viniese con mejor derecho y que pudiera revisar la inmatriculación realizada, cada institución de la iglesia que haya inmatriculado, está dispuesta a hacer esa revisión si el derecho lo permite y las exigencias de la legalidad nos lo pide.” Estas palabras están en buena lógica y llenas de buenas intenciones pero el matiz que falta es éste: “Y en caso de haber inmatriculado bienes que no pertenecen a la iglesia, estamos dispuestos a reconocerlo y a pedir, humildemente,  perdón.” ¿No es lo justo?  ¡Pero hay que ver lo que nos cuesta pedir perdón a quien estamos hablando continuamente de perdón! Yo haría una humilde sugerencia al obispo de Mallorca, si no es mucha osadía,  afectado por las inmatriculaciones: Dialogar con la Federación de las Jerónimas y decirles: “Renuncio a ese juicio porque reconozco que vuestro monasterio es vuestro y dejémonos de juicios y más escándalos en la diócesis”. Y quedaría como un señor. Y arreglaría en buena medida los estragos realizados y, lo que es peor, los que pueden suceder en adelante, Ya sabemos todos que “Corregir es de sabios”. El tema de inmatricular conventos de monjas, con el argumento de que ya son mayores, no ha ocurrido solo en esta ocasión. Conozco otros casos similares, que las monjas tuvieron que llevar a juicio y acabaron ganándolo. ¿Es necesario llegar a estos extremos dentro de la propia iglesia?

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