¿Puentes o diques con los jóvenes?

El tema de la relación de la iglesia y los jóvenes se está convirtiendo en un tema urgente y mordiente para todos. A esta reflexión le estoy dedicando mis últimos tiempos y amenazo con un nuevo libro sobre este tema, una vez haya hecho las oportunas investigaciones y me haya documentado lo suficiente. El tema es apasionante y merece una profunda reflexión que no sé si estamos dispuestos a hacer todos. Tengo mis dudas. Saldrán cosas –ya están saliendo- que no nos gustará escuchar porque nos pondrán en guardia o denunciaran nuestras actitudes pastorales obsoletas y poco encarnadas en la vida de hoy. Escuchar a los jóvenes es un riesgo evidente, sobre todo cuando no estamos dispuestos a acoger lo que ellos nos dicen con espíritu constructivo. Queremos que nos digan lo que nosotros queremos oír y me temo que los jóvenes no van por ese camino. Estoy haciendo preguntas a muchos jóvenes sobre estas cuestiones y os confieso que me están sorprendiendo. Creo que mi investigación va a merecer mucho la pena.
El papa Benedicto había dicho que “La iglesia es el principal obstáculo para la fe de muchas personas”. Algo así estoy descubriendo en lo que los jóvenes, y no tan jóvenes, me están transmitiendo en los últimos tiempos. El papa emérito estaba cargado de razón.
Los jóvenes se alejan a un ritmo imparable y nos estamos convirtiendo ya en el tercer país de Europa en el que más cristianos abandonan la iglesia en los últimos años. Estamos abocados a unas celebraciones de “bancos vacíos”. La iglesia hoy no interpela, no suscita interés, más bien lo contrario, aburre, genera sospechas…
Muy pronto saldrán los de siempre a llamarme agorero, pero eso no cambiará las cosas. Vamos a convertirnos a este paso en un gueto si no ponemos un torniquete urgente a esta hemorragia incesante.
Y resulta que es innegable que la iglesia y, sobre todo, el Evangelio y muchas comunidades poseen una fuerza muy atractiva y una oferta muy hermosa y gratuita. ¿Qué pasa, pues, para que todo eso no se vea ni se valore? ¿Qué nos está sucediendo a los pastores y a los cristianos de hoy?
¿Habrá cristianos que asuman el riesgo de saltar por encima de leyes y normas que nos están emparedando a estructuras caducas y costumbres que no son tan evangélicas como creíamos y nos alejan de la vida y de los problemas reales de la gente de la calle? ¿Tendremos la valentía de coger el toro por los cuernos y asumir todo lo que sínodo nos ha dicho sobre los jóvenes y la transmisión de la fe?
Nos hace falta riesgo y creatividad. Y la iglesia de hoy se arriesga poco y no dispone de muchos hombres creativos dispuestos a romper una lanza para abrir caminos nuevos y salir al encuentro de todos, iglesia en salida, para ser luz y levadura en medio del mundo. Nos pueden la oficialidad y las formas. El mejor rostro de la iglesia es el evangelio de Jesús. Eso es lo la iglesia tiene que ofrecer con valentía y frescura. Hay mucho miedo a rozar el dogma y eso nos paraliza y nos frena. Conozco amigos con opiniones y opciones muy valientes en la iglesia que están ofreciendo posibilidades de encuentro con la iglesia en ambientes muy “sospechosos” y tiene que ocultar su rostro en las redes por miedo a represalias. Y eso significa que no somos aún una iglesia libre. Os invito a entrar en el Facebook llamado Zaqueo Menor y lo entenderéis enseguida. Aparece en clerigman, pero solo la mitad de su cara por si acaso. Y es un sacerdote –lo conozco- excelente, serio y gran amante del evangelio y de la iglesia. Necesitamos aprobar aún la lecciónn de la tolerancia y la libertad de los hijos de Dios.
Ha dicho el papa que seamos iglesia en salida pero este sacerdote, que está en salida, tiene que andar con precauciones excesivas.
Y es que hay un grupo de Laicos por ahí, convertido en nueva inquisición, que dispara a todo lo que se mueve si no comparte sus opiniones preconciliares. ¡Que Dios nos libre!
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