Que el papa dedique un año jubilar a san José es una buena noticia para todos. San José, un santo ordinario para un año jubilar.

 La carta apostólico “Patris corde”  del papa Francisco convocó, desde el día 8 de diciembre de 2020, hasta el próximo diciembre del año 2021, un año dedicado a san José, patrono de la iglesia.

    La figura de San José se convierte en una disculpa maravillosa para adentrarnos en una figura silenciosa pero significativa, evangélica y de gran impacto en la vida de la Iglesia.

   1.- San José como padre de Jesús.

    Si es verdad que los evangelios insisten en la virginidad de María, una y otra vez, y en la intervención del Espíritu Santo en la concepción de Jesús, no es menos cierto que hablan también sin disimulo de la condición de José como esposo de la Virgen y como padre de Jesús. No podía ser de otra manera. Jesús nace en medio de un pueblo, tiene unas raíces, es la culminación de una promesa hecha a la casa de David; sólo un padre legal, de la tribu de David, asegura y confirma esta promesa que se cumple en Jesús. “Dios le dará el trono de David, su padre.”

Sin esta relación humana con la historia del pueblo de Dios, Jesús hubiera sido un extraño que entra en la historia humana por una puerta falsa. San José cumple aquí una misión necesaria: dar solidez legal y religiosa a Jesús como descendiente de David y culmen de la promesa hecha al pueblo de Israel.

2.- San José, cuna y hogar de Jesús.

 José y su esposa María ofrecen a Jesús un hogar y una cercanía afectiva necesaria para que en su infancia el Niño pueda crecer en la fe y en las actitudes propias de un judío creyente. Lo mejor de nosotros está ya perfilado en nuestra infancia en esa matriz afectiva de nuestra familia. Jesús, sin duda, aprendió en la escuela de José y de María muchas de sus actitudes humanas y religiosas que le llevaron a la coherencia total, a la apertura de todos, al abandono en manos de Dios para que su voluntad se cumpliera. A José, con María, debemos mucho en su tarea de configurar y madurar la personalidad de Jesús y su apertura al misterio del Padre. Si Jesús fue capaz de amar tanto fue sin duda porque María y José le abrieron al misterio de Dios y le ofrecieron un amor tierno y consistente.

3.- San José, en segunda fila pero no escondido.

  No conservamos ni una sola palabra de José en los evangelios. Pero sí conservamos algunas escenas muy reveladoras de su papel de padre y guardián de Jesús y de María. Y desde ellas podemos adivinar su papel imprescindible y su valiosa vocación al servicio del plan de Dios.

  • - Acepta a María en el misterio de la concepción virginal; dice el texto “como era hombre justo no quería denunciarla”. En momentos de noche oscura es capaz de aceptar la misión y vocación que Dios le tiene reservada.
  • - Acompaña a María a Belén, donde nace el niño, y ofrece sus continuos cuidados en situaciones de gran precariedad. Lo mismo ocurre cuando tiene que afrontar la huida a Egipto.
  • - María nos habla de la inmensa preocupación de José cuando el niño se pierde en el templo. “Mira que tu padre y yo te andábamos buscando angustiados”. Esta escena nos confirma que al menos en los doce primeros años del niño, José ejerce su papel de padre y modelo de Jesús, de protector de María y del niño. A partir de ahí ya no tenemos noticia de José. ¿Murió pronto? Tal vez, porque ya no aparece en las bodas de Caná, al comienzo de la vida pública de Jesús donde acude invitado con su madre pero ya no se habla nada de su padre. Por eso tal vez, la tradición lo considera más mayor que la virgen, aunque no hay ningún dato histórico que confirme esa supuesta diferencia de edad.
  • - Este papel secundario de José, de apoyo de Jesús, es justamente el que le corresponde a la Iglesia. Por eso tal vez San José ha sido elegido patrono de la Iglesia. El protagonismo de la Iglesia está sólo en función de Jesús, de darlo a conocer, de anunciarlo, de amarlo, de celebrarlo. Un protagonismo excesivo de lo institucional en la iglesia puede eclipsar la figura de Jesús. La Iglesia está sólo en función de Jesús y de su Reino y nunca debe convertirse en protagonista en el camino de la fe de los creyentes.
  • - Necesitamos pastores que entiendan su vocación como un servicio y no como un poder, como una vocación desde la gratuidad y para la gratuidad siguiendo el ejemplo de Jesús que no vino a ser servido sino a servir; pastores que sean cercanos a los pobres y necesitados y sean sobre todo testigos más que maestros. Necesitamos en la Iglesia pastores así, según el corazón de Dios.
  • - Que el papa dedique un año jubilar a san José es una buena noticia para todos. José era un carpintero que hacía todos los trabajos que le encomendaran; no solo de madera, también de albañilería, de cantería y de trabajos sencillos. Es uno de los comentarios que pude oír cuando visité la casa de María y José en Tierra Santa, unos cimientos entre excavaciones.

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