La pluralidad es una riqueza, no una desgracia. Sumar y multiplicar para crecer

El desprestigio de la iglesia española tiene que que ver, en gran parte, con las banderías.

      La vida cristiana real y el testimonio más valioso de la fe no se juega en los medios ni en las polémicas sino en la calle y entre la gente. Tenemos el peligro de convertir la fe en un fenómeno mediático cuando no en un "show". Y la competitividad por ocupar espacios de influencia y colocar bien a los de nuestra cuerda llega a ser asfixiante y anti testimonial. La fe no es ideología, es propuesta de un estilo de vida que se alimenta del Evangelio. La fe no es dardo contra nadie sino deseo de conciliar voluntades para que sea posible el Reino. La fe no es carrera sino proceso, no es clericalismo sino sinodalidad, no es autoritarismo sino servicio, no es imagen sino profundidad, no es utilitarismo sino amor incondicional.

     Y en este propósito de ser propuesta positiva y gozosa de Evangelio nos tienen que encontrar unidos a todos los cristianos más allá de las pequeñas cosas que nos diferencian.

     En gran parte, el desprestigio de la Iglesia en España tiene que ver con estas banderías. Nos hace falta un cambio de mentalidad que nos lleve al encuentro de todos. Si no nos sentimos cómodos en medio de la pluralidad es porque no somos plurales; si atacamos la pluralidad es porque no creemos en la diversidad de carismas, no hemos sido convocados para ser uniforme s sino para expresar la riqueza de carismas, no hemos sido convocados para juzgar sino para acoger.

     A veces, los frentes más fuertes, a modo de trincheras, no están fuera de la Iglesia sino en nuestras propias filas. Hemos de abrir una tregua conciliadora desde el ámbito de la Iglesia, cada uno en su lugar. Y la mejor manera de comenzar es valorándonos unos a otros, valorando todos los carismas, contar con todos cuando se trate de ofrecer una visión cristiana de la vida. Hay pendiente una tarea evangelizadora urgente en la sociedad española que no se podrá llevar a cabo desde la división. Y todos los sabemos.

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