Utilizar a los pobres

-¿Servir a los pobres o servirnos de ellos?-

Siendo estudiante de Psicología, recuerdo oír a mi formador, amigo y profesor,  Xavier Pikaza, que no había pecado mayor que utilizar a los pobres o, peor aún, robar a los pobres. Es una expresión que nunca he olvidado y siempre he tenido presente a lo largo de mi vida.

Percibo, en los últimos tiempos, muchas actitudes, disfrazadas de solidarias, que solo pretenden subir en el  escalafón a costa de los pobres. Declaraciones muy “solidarias” y “solemnes” para ocupar primeras páginas y ganarse el aplauso fácil y la admiración de la gente. Y, en el fondo, creo que eso es utilizar a los pobres en provecho propio. El mayor pecado, a mi humilde entender, como decía mi amigo Xavier.

 Leyendo los titulares de Religión Digital en estos días de la Pandemia, aparecen personas conocidas haciendo declaraciones solidarias con los pobres que provocan en mí un cierto mosqueo. No porque no sea solidario dar cantidades importantes de dinero o solidarizarse con los pobres, sino más bien por las formas grandilocuentes como se hacen las cosas, que lleva a pensar: ¡Lagarto! ¡lagarto!

 Si algo nunca podemos olvidar es aquello de:“¡Que tu mano derecha no sepa lo que hace tu izquierda!”. No sea que en la publicidad lograda y en el toque de trompetas ya hayamos tenido nuestra propia recompensa.

Hoy mismo, leo que un conocido obispo español dona su sueldo “por un tiempo indefinido” en favor de los parados y afectados por la crisis de coronavirus. Y francamente me he quedado asombrado de este alarde público de generosidad. A mí me hubiera conmovido más que hubiera dicho que donaba su sueldo  de dos o tres meses, más que “por un tiempos indefinido”. Y si no hubiera dicho nada y lo hubiera hecho,mucho mejor.

Porque mi madre, que tiene unas entrañas caritativas como pocos, no puede donar su sueldo "por un tiempo indefinido" porque no tendría con qué comer. Solo tiene una miserable pensión de viuda jubilada, después de haber trabajado de sol a sol en los campos, en esos trabajos que ya nadie quiere hacer y para los que ya no hay ni siquiera mano de obra entre los parados.

Si este señor obispo puede donar su sueldo completo por un tiempo indefinido es porque sus reservas no son escasas o porque tiene detrás una institución que lo protege ante posibles inclemencias. O, si no, que me lo expliquen. Estoy seguro de que su sueldo no es como  el de una mujer jubilada y viuda como mi madre y como el de tantas otras viudas que quisieran donar su sueldo por un tiempo indefinido y no pueden.

Vamos a dejar de jugar con la Caridad. Vamos a dejar, todos, de utilizar en provecho propio la justicia a la que tienen derecho los pobres. No sea que acabemos por no ser creíbles para nadie. Y sea la credibilidad del Evangelio lo que pongamos en duda. Trabajemos por los pobres en silencio y sin servirnos de ellos para nuestros intereses personales de cara a la fama, al buen nombre, a los méritos para el ascenso clerical u otros fines. Menos focos a la hora de ser caritativos  y de  hablar de los pobres. Que Cristo pasó por el mundo siendo pobre y solo lo entendieron los sencillos. Sí, Padre, así te ha parecido mejor.

Ojalá el Espíritu Santo, que se nos regala en Pentecostés nos haga descubrir, con el don de la sabiduría, cómo servir más y  mejor a los pobres y nos aleje de la tentación tan frecuente de servirnos de ellos. Que los pobres son pobres pero no tontos.

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