Gigantes con pies de barro La desgracia de los dictadores

Libertad para los pueblos

En estos días me ha escrito una monja manchega en latinoamérica, Sor Loli Cobos, para que pida por el P. Fernando. ¿Quién es el P. Fernando? Es un sacerdote nigaragüense que tuvo que escapar de las garras del dictador socialista, Daniel Ortega, jefe de Estado y jefe de Gobierno y de su bruja esposa, Rosario Murillo, que gobiernan el país menos democrático de Latinoamérica, porque la Iglesia está en su punto de mira y no soporta la disidencia. ¡Hay una colección de dictadores por ahí adelante que es para echarles de comer aparte¡ Cuanto más dictadores más corruptos como no podía ser de otra manera y lo que es peor, ante la indiferencia de muchos países que presumen de democráticos y miran para otro lado como si ese tema no fuera con ellos. Quien calla, otorga. El caso es que falleció en Nicaragua la madre del P. Fernando y él solicitó autorización para despedir y enterrar a su madre. Y la causa no ha sido suficientemente importante para que las autoridades nicaragüenses le autorizaran a entrar en el país desde Costa Rica, donde vive exiliado el P. Fernando. ¡Qué inmensa humanidad! ¡Que despreciables autoridades! Que nunca en el futuro tengan que pasar ellos por lo mismo porque su opresión dictatorial no va a ser eterna y cuando menos lo esperen caerán del poder como han caído tantos dictadores. Pagan muy bien a los militares para que los protejan en el cargo y no se rebelen contra tanta barbarie pero tal vez algún día muy lejano se levante alguien con espíritu humano y democrático y diga hasta aquí hemos llegado y esto les quita el sueño muchos días. El P. Fernando no podrá, acompañar y enterrar a su madre su pascua definitiva pero esta decisión caerá sobre la poca conciencia de las autoridades como una losa, hasta que dejen de ser autoridades que nadie ha escogido. ¡Que sean presa de sus odios todos los dictadores que dejaron de ser humanos para ser funcionarios del poder! El P. Fernando, en medio de su dolor podrá sobrellevar, ayudado por la fe, este trágico momento de la muerte de su madre en la distancia pero a los dictadores nada podrá aliviarles el día en que sean presa de su propio poder que se revolverá contra ellos, como siempre ha sucedido. Son gigantes con pies de barro.

P. Fernando, desde la distancia recibe el abrazo y la oración por ti y por tu madre porque nada ni nadie, ni la persecución ni la espada, podrán apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús señor nuestro.

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