¿Los jinetes del Apocalipsis cabalgan sobre la tierra?

-Reflexión en un tiempo convulso-

En el capítulo sexto del libro del Apocalipsis se habla de los cuatro jinetes  que, como una plaga, serán enviados a la tierra.

 Los tiempos que vivimos nos provocan a reflexionar un poco sobre estos jinetes y su simbolismo porque parece que están cabalgando impunemente sobre la tierra en la sociedad de hoy.

Dios abre el pergamino que tiene en la mano derecha, sellado con siete sellos, y Jesús abre los cuatro primeros sellos.

Quedan libres los cuatro jinetes con sus caballos de distintos colores.

El primer  jinete va montado sobre un caballo blanco. Su jinete portaba su arco y salía para vencer. Es una alegoría de la conquista y la gloria. La lucha por el poder en el mundo es algo que viene desde antiguo si no es algo que va unido al ADN de la humanidad desde siempre. Hay ya quien dice que el coronavirus es una enfermedad provocada en laboratorio en China para acabar con la superpoblación y con la gente más vulnerable que para la mentalidad comunista sobra porque no produce. La lucha por el poder entre las grandes potencias: EEUU, Rusia y China es algo evidente para todos. Si EEUU fue capaz de lanzar una bomba atómica sobre Hirosima, no sería extraño que China acuda ahora a un arma de destrucción masiva como ésta y provoque una pandemia mundial. Hay quienes ya lo afirman categóricamente. Ojalá se equivoquen.  Ya conocemos las cifras alarmantes de muertos que el comunismo ha ido dejando por los ribazos de la historia.

El segundo jinete va montado sobre un caballo rojo y su jinete tenía poder para quitar la paz de la tierra. Es una alegoría de la guerra.  El caballo rojo podía está  muy relacionado simbólicamente con el drama de la inmigración. Las guerras están causando inmensas caravanas de inmigrantes que buscan lugares más seguros para vivir y estamos asistiendo a la construcción de muros y alambradas indecentes para la inteligencia civilizada. Hace falta una política inmigratoria de acogida. No en vano los inmigrantes son hoy fundamentales en el desarrollo de nuestros pueblos y en el mantenimiento de nuestros servicios. Los casos de muertes en las fronteras y en las pateras que se traga el mar son ya insostenibles. El papa Francisco haba ya del Mediterráneo como un cementerio. Pero sucede lo propio en las fronteras de Siria, de Grecia, en las caravanas de Honduras que llegan a México con el deseo de atravesar el muro hacia EEUU y en muchos otros lugares de conflicto.

El tercer jinete montaba un caballo negro y llevaba una balanza en la mano. Es una alegoría del hambre. En el mundo pasan ya hambre unos 800 millones de personas. Nada hay tan desgarrador para un ser humano ni indica un fracaso más grande de la humanidad como ver a un niño pasando hambre. Hablamos, una y otra vez, hacemos campañas anuales, hay varias ONGs dedicadas a trabajar contra el hambre pero el hambre sigue cabalgando  entre nosotros a pesar de que sabemos que es algo que podía solucionarse fácilmente con voluntad política porque disponemos de recursos más que suficientes. ¿Por qué no se soluciona, entonces? Porque  a alguien no le interesa solucionarlo. Le conviene que todo siga así. ¿Es posible? Hay una falta muy seria de concienciación que había que abordar.

Estamos desperdiciando y tirando a la basura todos los días cantidades ingentes de alimentos Algo que nunca han hecho nuestros mayores. Se especula con mucha frecuencia con los alimentos para obtener ganancias fáciles y cuantiosas

La agricultura está marginada hasta extremos increíbles, y eso es lo que nos da mayoritariamente de comer. Las “trastoradas” de estos días en las carreteras españolas son un signo de que algo no está funcionando en el respeto y cuidado de la agricultura, fuente de vida. Y siguen sin tomarse medidas adecuadas. Sin un apoyo justo a los agricultores se rompe ya, desde el principio la justicia de la cadena alimentaria.

Los gobiernos no cumple sus compromisos de dedicar, al menos, el 0.7 del PIB a la lucha contra el hambre en el mundo. Los políticos lo ven claro cuando están en la oposición y hacen mil promesas pero llagan al poder y legislan para estar ellos bien seguros y que no les falte nada: buenas casas, pensiones vitalicias, cargos de asesores de empresas que antes se han ganado con  buenos favores… No hay un frente único y común contra las pobrezas. Y así no avanzamos.

El cuarto jinete  montaba un caballo amarillo y su jinete se llamaba muerte y tenía poder para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras  de la tierra. Es una alegoría de la muerte. Creo que este caballo se ha desbocado en muchos países donde la libertad se ha convertido en una quimera y los derechos humanos son papel mojado. Países que todos conocemos pero que, envenenados por la ideología, no nos atrevemos a denunciar públicamente por miedo a perder privilegios, petróleo, subvenciones y pactos en los que vivimos instalados. Es la política, no al servicio de los ciudadanos,  sino contra ellos. Donde la muerte acampa sobre todo entre las clase más desfavorecidas, en forma de persecución política y restricciones de las libertades hasta provocar situaciones de hambre  y miseria. El ejemplo más evidente puede ser Venezuela, pero no es el único.

Lo cierto es que vivimos situaciones muy duras en la actualidad, cerca y lejos, que han de llevarnos  a preguntarnos si los jinetes del Apocalipsis cabalgan entre nosotros. No pretendo alarmar y mucho menos ser profeta de calamidades ni del fin del mundo como algunas sectas. Sé muy bien que eso solo lo sabe Dios y vendrá como un ladrón cuando Él lo decida. Por otra parte, yo no tengo miedo a esas cosas porque siempre he cultivado un deseo muy profundo de que llegue el Reino y su plenitud de vida. Mi deseo es estar siempre con el Señor. Y cuando llegue el momento será muy bien recibido.

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