Ser inclusivo no es deformar la Lengua El lenguaje inclusivo, inclusiva, inclusive y otras lindezas.

Estamos convirtiendo la Lengua en un baúl donde cabe todo

Estamos asistiendo a una carrera absurda, politizada y manipuladora, disfrazada de inclusiva, que ya produce un hartazgo insufrible y alienante. Y yo quiero denunciarlo aunque sea políticamente incorrecto.
Jamás estaré en contra de ser inclusivos; creo que todos, todas y todes (Perdón, es la última vez, lo prometo) pero sí estoy en contra de que el precioso lenguaje de Cervantes, por el que se nos reconoce en el mundo entero, lo estemos convirtiendo en un mercadillo de saldos y remiendos donde todo está permitido. Estamos llegando a lo absurdo más absurdo y convirtiendo la Lengua en un baúl donde cabe todo. ¿En virtud de qué? En virtud de un falso progresismo que no lo es en ningún caso. Lo progresista es hablar bien.
Ser inclusivo no es deformar la Lengua, con arrobas y otras malas costumbres, es adoptar una actitud misericordiosa e impulsora de la justicia que no margine a nadie en ningún lugar. ¿De qué sirve escribir en lenguaje incorrecto, “inclusivo” y despreocuparnos por la situación de los inmigrantes, de las mujeres explotadas, de los niños violados o de los ancianos olvidados? Ser inclusivo es tener entrañas de misericordia y no hablar de manera incorrecta. Porque esto es lo que ha dicho, de manera insistente, la Real Academia de la Lengua Española, que no deja de ser una autoridad en la materia. Mucho más que los políticos que crean un Ministerio de la Igualdad para defender estas bobadas y sus intereses partidistas a costa del erario público. Si esto lo pagaran de su propio bolsillo, tal vez yo no estaría escribiendo nada al respecto, pero cuando lo pagamos todos, la cosa cambia. Me he pasado doce años de mi vida enseñando a mis alumnos cómo debe hablarse y cómo escribir correctamente para que ahora vengan unos políticos, algunos sin ninguna formación, y arrojen basura sobre nuestra Lengua, creyendo que nos hacen un favor. Estamos llegando al límite y yo quiero hacerme portavoz (Que no portavoza) de lo que oigo todos los días en la calle. No sea que el presupuesto (Una ministra acaba de de decir casi “presupuestas” por su obsesión en obedecer las consignas) que tanto necesitamos para levantar nuestro país, hundido por la pandemia, y con un 45 por ciento de paro juvenil, el más fuerte de Europa, lo utilicemos para promocionar una Lengua errónea y que, además, nos deja por los suelos en el mundo civilizado, en vez de emplearlo en que nuestros jóvenes tengan más cultura, que es la llave de todo auténtico progreso.
Soy y quiero ser inclusivo en mi vida, pero no voy a dejarme manipular como un bobo. Quiero que se sienta. Lo siento. ¡Se siente!
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