En muchos años no hemos avanzado nada A los pobres los tendréis siempre con vosotros

Profecía cumplida de unas reflexiones de ayer

Hoy, revisando entre mis documentos grabados en mi ordenador hace ya unos veinte años -yo era párroco entonces en Madrid- me encontré con éste, que es una reflexión bastante precisa de lo que está sucediendo en la actualidad. Por lo visto todo ha cambiado muy poco desde entonces. Ayer los pobres pagaban los platos rotos de la crisis y hoy los siguen pagando también.

   “La crisis, tan traída y tan llevada, lo mismo que el otoño, se está dejando notar en muchos paisajes de la vida social. Se nota especialmente el otoño en el aumento de  hojas secas que circulan por las aceras y por las calles. Y la crisis económica se nota, sobre todo, en el aumento de pobres que deambulan por nuestras calles. Las esquinas, los bancos del parque, las entradas de las iglesias se van poblando cada día más de pobres anónimos que dependen de una limosna para poder comer. Siempre sucede igual; son los pobres los que pagan las consecuencias de las crisis y los que la sufren en propia carne. ¡Y no hay derecho!

  Cuando se oía que iban a ser los más pudientes los que pagarían más para salir de la crisis, los pobres no se sintieron aliviados porque ellos saben bien que eso nunca ha sido así. El gobierno ha subido los impuestos, sobre todo el IVA, y los pobres no están exentos. Esta crisis de la que ya están saliendo la mayoría de los países, excepto España, la van a pagar sobre todo los pobres; así ha sido siempre y así va a ser también en esta ocasión.

 ¡Qué razón tenía Jesús cuando nos dijo: “a los pobres los tendréis siempre con vosotros”! En mi barrio, cada rincón, cada portal está ya ocupado por un pobre que duerme a la intemperie. A la salida de la iglesia se coloca siempre Javier, entre otros, con la esperanza de que caigan algunas monedas para poder cenar. Esta tarde me he acercado a  él para preguntarle cómo iba la cosa. Ha extendido su mano y me ha mostrado el fruto de su colecta. Unos céntimos sueltos con los que no puede comprarse ni siquiera un café. Me ha comentado que duerme en un soportal de una sucursal bancaria en la calle de La Castellana junto a otros colegas que allí se juntan al caer la noche. La crisis se está notando mucho pero, sobre todo, la están notando ellos. De nuevo empieza repetirse el ambiente marginal que nos describió magistralmente Pérez Galdós en su obra “Misericordia”.

Hay otra crisis que no tiene que ver con el dinero - o tal vez sí, que también está haciendo estragos entre nosotros y que produce centenares de pobres. Se trata de la crisis de valores. Para esa crisis el gobierno no ha buscado soluciones y ya estamos pagando peajes carísimos. Jóvenes entregados a la violencia y a las dependencias, muchachas dispuestas a abortar sin consentimiento paterno, mujeres muertas a manos de sus propios maridos, los botellones se extienden como un tsunami por las calles y plazas de la ciudad … En mi barrio hace muy poco tiempo han matado a un joven dominicano en una reyerta juvenil y callejera. Esta crisis afecta sobre todo a los jóvenes que son los más indefensos en valores y a los niños que se fijan tanto en ellos. Estos son los pobres más pobres de esta crisis.

 Tenemos que preguntarnos cómo abordar esta crisis para que no haga excesivos estragos y nos derrumbe poco a poco. Seguramente la llevaríamos mejor con altas dosis de solidaridad. Si compartimos un poquito de lo que nos sobra y estamos atentos a los pobres que malviven cerca de nosotros, tal vez la desesperación de Javier al caer la tarde en la puerta de la Iglesia no sea tan dramática.

 En fin, bendita crisis si nos hace más solidarios y nos lleva a humanizarnos un poco más. No sea que la crisis económica termine siendo también crisis de valores porque, en ese caso, lo tenemos bastante difícil. ¡En guardia!”

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