Experiencia con las Madres de los Desamparados Una vida consagrada profética

El carisma de la Madre Petra en pleno dinamismo.

Ejercicios espirituales
Ejercicios espirituales Alejandro Fernández Barrajón

Una llamada inesperada de la madre Rosario me puso en alerta. Me pedía que dirigiera unos Ejercicios Espirituales a las Madres de los Desamparados de san José de la Montaña. En principio pensé en negarme, como he hecho con mucha frecuencia en los últimos tiempos bajo la disculpa de que me cuesta expresarme con fluidez desde mi última operación de un tumor cerebral hace ya unos once años. Pero también resonaba en mí el consejo de mi neurocirujano:

- Tienes que soltarte, poco a poco, para practicar y perder el miedo.

Y, después de advertir a la madre de mi situación para no darles gato por liebre, acepté la invitación. Después de todo, compartir con mujeres consagradas ha sido lo mío durante mucho tiempo y nadie como ellas pueden entender mis limitaciones a la hora de expresarme.

Con ese miedo lógico de quien se enfrenta  a un reto complejo, me presenté en el hermoso Valle de Addalajís, en Málaga, dispuesto a compartir mi experiencia de Dios, incluso  desde mi limitación consciente, como san Pablo, de que “cuando soy débil entonces soy fuerte”.

No pasaron ni cinco minutos cuando me di  cuenta de que aquellas madres no esperaban de mí una exposición brillante sino compartir la experiencia de Dios, precisamente desde mi enfermedad y la fe que hay detrás de las cañadas oscuras que, de vez en cuando, atravesamos todos los seres humanos. La madre Dolores, nacida en Abdalajís, cuna de la madre Petra, fundadora de la congregación, se encargó desde el principio de hacer que mi estancia fuera agradable y familiar en aquella preciosa e inmensa “Casa de Espiritualidad Madre Petra”

-Padre, tome un café, que es muy temprano todavía. Somos los dos muy madrugadores y a las seis ya estábamos en plena acción.

Con la llegada de la madre Paloma, la superiora general, y del resto de las madres comenzaron nuestros Ejercicios con unas cincuenta madres llegadas de distintos lugares de España y América. Mujeres entregadas al servicio de los ancianos más vulnerables y niños y jóvenes con problemas, provenientes, generalmente, de familias desestructuradas. Una misión enmarcada, a mi entender, en la dimensión más profética de la vida consagrada. Cuando alguien no tiene dónde encontrar unos brazos samaritanos y acogedores capaces de atender y cuidar, de escuchar y sanar, allí se hacen presentes las Madres de los Desamparados de la madre Petra, para ofrecer un hogar y un ámbito afectivo necesario para vivir con dignidad. Yo expuse mi experiencia  de Dios desde mi pasada enfermedad y ellas me enseñaron lo que es la dimensión profética de la vida consagrada desde su vida de cada día. Éstas no son monjas que se empeñan en hablar de todo lo que hacen por los pobres sino que simplemente lo hacen en silencio y sin cámaras. Esto sí que es vida consagrada profética y no de márquetin. Creo que el espíritu de la madre Petra presente por aquellas estancias me dio fuerza para salir más o menos airoso de la situación. Nadie sabe lo difícil que es sentirse limitado en algo que uno ha hecho muy bien, como es expresarse con claridad y agilidad.

Transcurrieron los Ejercicios con mucha paz  y tiempo penitencial debajo de un hermoso aguacate y, al terminar, todos nos volvimos  a nuestros hogares con la sensación de que Dios había pasado por nuestras vidas de manera sencilla y en un entorno providencial: La casa donde nació la madre Petra y que guarda las sensaciones de las cosas que nacen de Dios sin alharacas  ni grandes ruidos. Cada mañana una brisa suave se abría paso por el Valle de Abdalajis desde el monte rocoso donde se recuesta el pueblo y en lo alto la capilla del Cristo de los Milagros, donde subí con las madres más jóvenes  de madrugada a rezar y a contemplar la hermosura del amanecer. Aquella brisa nos confortaba. ¿Quién puede decir que no era el Espíritu de Dios?

Esta experiencia me ha permitido acercarme y conocer a una mujer intrépida y original: la madre Petra de san José. Una figura que me ha animado a escribir un próximo libro sobre ella y su carisma. Está a punto de lanzarse la película “Madre Petra”, dirigida por Pablo Moreno, un director de una ya larga trayectoria detrás de la cámara y con títulos muy conocidos como Pablo de Tarso, Talita Kum, Poveda, Un Dios prohibido, Red de libertad o Tierra Santa el último peregrino estrenada el pasado año. Una película, la de la madre Petra, con una fotografía bellísima que recoge la vida original y valiente y el nacimiento y el carisma de las Madres de los Desamparados en la iglesia de hoy.

Aún  queda vida consagrada profética y poco sumisa, dispuesta  a abrir caminos nuevos de servicio y de entrega desde la vivencia del Evangelio. Y eso me pareció lo más importante del encuentro.

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