#AdvientoFeminista2025 Adviento: Shalom, Bendición y Magníficat

Adviento: Shalom, Bendición y Magníficat
Adviento: Shalom, Bendición y Magníficat

Una reflexión en clave feminista desde la Visitación (Lucas 1, 39–56)

En el corazón del Adviento late la historia de dos mujeres que se buscan, se nombran, se abrazan y se levantan mutuamente: María e Isabel. Su encuentro —la Visitación— es una escuela de sororidad, un templo doméstico, un altar de resistencia y de esperanza. Allí germina el Reino. Allí se inaugura el Evangelio.

Y en ese encuentro luminoso resuenan tres palabras clave para vivir este Adviento:
Shalom, Bendición, Magníficat.

 1. Shalom: El saludo que abre caminos María “se puso en camino” y entró en casa de Isabel con un saludo lleno de Espíritu: Shalom.
No fue un “hola” apresurado, sino un “que tu vida sea colmada de plenitud, totalidad, salud y alegría”. Un deseo profundo, integral, radical.

El Adviento nos invita a volver a ese gesto originario: salir hacia otras mujeres, hacia quienes cargan vida, dolor, sueños, soledades o luchas. Salir con prisa, como María. Salir con compasión. Salir con Shalom.

Shalom es abrazo, cuidado, presencia.
Es un “estoy contigo”.
Es reconocer la dignidad de la otra mujer, su historia, sus heridas, su fuerza.

En tiempos de violencia, desigualdad y cansancio, Shalom es nuestra primera tarea espiritual.

2. Bendición: Isabel, la voz que confirma

Cuando María habla, Isabel siente que la vida salta dentro. Bendecir es eso: hacer saltar la vida en la otra, recordar lo que es, devolverle su propio nombre cuando el mundo la ha silenciado.

Isabel no compite con María: la bendice, la nombra, la confirma.
En un mundo patriarcal que nos entrena para compararnos, Isabel nos enseña el lenguaje olvidado del amor entre mujeres.

Bendecir es un acto profundamente feminista:
• rompe la lógica de la rivalidad;
• crea comunidad;
• sanas genealogías femeninas fracturadas;
• siembra confianza y ternura;
• dignifica cuerpos, voces y procesos.

 La Visitación no es solo un momento histórico, sino un llamado permanente a acompañar, bendecir y caminar, a ir al encuentro con la otra: la soltera, la viuda, la fea, la violada, la callada, la triste, la hermosa, la fiel, la ignorante, la prostituta, la neurodivergente, la autista, la demente. En Adviento, bendecir es reconocer en cada mujer —en la anciana y en la joven, en la que sufre y en la que sueña— la presencia encarnada de Dios.

3. Magníficat: Cantar para transformar

Después del Shalom y la Bendición, brota el Magníficat, el canto subversivo de María.
No es un susurro piadoso: es un grito de justicia, un poema revolucionario, una teología de liberación en voz de una mujer pobre, joven y migrante.

María canta contra las estructuras que oprimen y humillan.
Canta la dignidad de los hambrientos y de las invisibilizadas.
Canta la caída de los poderosos.


Canta la victoria de Dios a favor de los pequeños.
Canta lo que muchas mujeres no podían ni decir en voz alta.

El Magníficat es un mapa espiritual para los tiempos oscuros.
Es un llamado a encarnar la esperanza, a luchar por la justicia,
a acompañar a mujeres migrantes, enfermas, desplazadas, violentadas, empobrecidas, silenciadas.


Es un canto para quienes sostienen la vida aun con lágrimas en los ojos.

En Adviento, el Magníficat nos invita a poner el cuerpo, a hacer de nuestra vida una profecía activa y una promesa hecha gesto.

Tres palabras para vivir el Adviento hoy

Shalom: salidas que sanan.

Bendición: encuentros que confirman.

Magnificat: cantos que liberan.

Como María e Isabel, también nosotras estamos llamadas a caminar juntas, a visitarnos, a sostenernos, a nombrarnos, a cantar contra la injusticia y a sembrar esperanza en cada casa, cada barrio, cada comunidad.

Que este Adviento sea el tiempo en que:
• nuestro saludo lleve Shalom,
• nuestras palabras sean bendición,
• y nuestra vida entera se vuelva Magníficat.

Luz Estela (Lucha) Castro

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