#LectioDivinaFeminista Alimento integral

| Silvia Rodríguez de Chiappero

"Denles de comer" | México, 1999 - Por Cerezo Barredo, "pintor de la liberación"
La lectura de este Domingo del Corpus Christi nos recuerda la compasión y compromiso del Señor con la saciedad integral de las personas. Él, que vino a darse a sí mismo como verdadera comida y verdadera bebida, hoy nos envía a nosotras y nosotros a alimentar el espíritu, alma y cuerpo de la humanidad.
I.Preparación
Al orar este texto del Evangelio, nos presentamos delante de Abbá para meditar Su Palabra en sororidad. Invocamos al Espíritu Santo, Ruah divina, rogándole nos guíe, enseñe y revele todo lo que debamos aprender.
II. Lectura. ¿Qué dice el texto? Lucas 9:11b-17 PDT
Jesús alimenta a más de 5000
11 Pero la gente se enteró y también fue. Jesús los recibió bien, les habló del reino de Dios y sanó a los que tenían enfermedades.
12 Al atardecer, los doce se acercaron a Jesús y le dijeron:
—Dile a la gente que se vaya a los pueblos y campos cercanos a conseguir comida y un lugar donde dormir, porque estamos en un lugar muy solitario.
13 Pero Jesús les dijo:
—Denles ustedes de comer.
Ellos le dijeron:
—Sólo tenemos cinco panes y dos pescados, a menos que quieras que vayamos a comprar comida para toda esta gente.
14 Había allí como 5000 hombres. Pero Jesús les dijo a sus seguidores:
—Díganles que se sienten en grupos de más o menos 50.
15 Ellos así lo hicieron y todos se sentaron. 16 Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados. Miró al cielo y dio gracias a Dios por la comida. Partió los panes y los peces y se los dio a sus seguidores para que se los repartieran a la gente. 17 Todos comieron y quedaron satisfechos. Recogieron de lo que les sobró doce canastas llenas.
III. Meditación. ¿Qué nos dice el texto a nosotras?
Esta perícopa refiere el famoso evento de la multiplicación de los panes mencionado por los cuatro evangelistas; todos coinciden en que comieron “como cinco mil varones”, a lo que Mateo agrega “sin contar las mujeres y los niños”. A propósito de este dato mateano, Megan McKenna[1] señala en su libro que el número de comensales debió ser significativamente mayor teniendo en cuenta que las estimaciones sociológicas sobre la proporción de mujeres y niños respecto de los varones adultos sería de 5 o 6 a 1. De modo que entonces -al igual que ahora- había muchas personas que, tristemente, “no contaban”, no eran parte, estaban excluidas.
Sin embargo, en medio de ese contexto de desigualdad y prejuicios, el Evangelio nos señala a Jesús: su amor y compasión que no echa a nadie fuera y que demuestra su poder haciendo señales allí donde hay dolor o necesidad.
De modo que todas y todos somos/podemos ser, a la vez, comensales y servidores del mismo alimento rico y saludable ofrecido por Él: su propia vida que abraza, alimenta, cura y salva.
IV. Oración. ¿Qué le respondemos a Dios?
Abbá,
Gracias por Jesús y el ejemplo de su actitud contracultural, sensible e inclusiva. Gracias por su disposición amorosa que nos recibe y abraza y, también, nos envía a hacer lo mismo con quienes nos rodean en sus necesidades espirituales, emocionales y físicas…
¡Ayúdanos, Ruah divina, a seguir sus pasos! ¡Impúlsanos, si dudamos! ¡Interpela a nuestra indiferencia para que no miremos para otro lado!
Te lo rogamos en el Nombre de Jesús. Amén.
V.Contemplación: ¿Qué nos da a conocer esta lectura?
En las democracias antiguas, solo los varones libres mayores de edad eran considerados ciudadanos; el resto de la población podía ser ignorada por completo. ¿Y qué sucede hoy en nuestras sociedades e iglesias postmodernas? ¿Qué colectivos o personas particulares no son tenidos por dignos o con plenos derechos entre nosotras y nosotros? ¿Qué podemos hacer al respecto como comunidad o, a título personal, como mujeres y varones que encarnamos el amor compasivo de Dios?
VI. Compromiso: ¿Qué podemos hacer?
Que en el Nombre de Jesús podamos dar/darnos, aun reconociendo nuestras limitaciones, confiando en que Él proveerá y multiplicará de modo que podamos nutrir el alma y cuerpo de cada una y cada uno en necesidad sin acepción ni retaceos.
Teniendo siempre presente que Él mismo es la verdadera comida y verdadera bebida que necesitamos como humanidad porque “en Él vivimos, nos movemos y existimos.” (Hch. 17:28)
Canción para cerrar la reflexión:
Pan del cielo: https://youtu.be/JLVCW-qw5PI?si=lX5kZz3OiQfkyLwo
Silvia Rodríguez de Chiappero
Santa Fe, Argentina
[1] Megan McKenna (1994). Not Counting Women and Children: Neglected Stories from the Bible. New York: Orbis Books.