#sentipensares POR TU BAUTISMO

POR TU BAUTISMO
POR TU BAUTISMO

"Jesús, siendo Hijo de Dios se bautiza no porque lo necesitara, sino para que su contacto con las aguas del Jordán dispusieran a todas para el nuestro." San Juan Crisóstomo

Caminas por la orilla del Jordán, sabes que ahí encontrarás a Juan y sonríes, te acuerdas de lo que María, tu mamá te contó cuando eras un joven.

De aquella vez, en que presurosa se encaminó hacia Ain Karim, donde vivían sus parientes, Isabel y Zacarías. Pues recién se había enterado de que Isabel estaba esperando un bebé. Y sin importar los peligros de hacer ese recorrido de un poco más de 7 kilómetros, lo realizó, porque había observado en sus vecinas lo difícil que era un embarazo, pero más, porque Isabel ya era una mujer mayor. No sabía a ciencia cierta su edad, pero lo que si conocía era estaba considerada como una mujer mayor y que era muy riesgoso el embarazo y más dar a luz. Además que muchos niños recién nacidos morían o apenas sobrevivían unos meses de vida. Eso sin contar que la mujer tenía que realizar los trabajos domésticos que eran arduos. Bien que conocía tal situación. Así que alistó sus cosas, y salió para ayudar en lo que se necesitara.

Cuando llegó a la casa de sus parientes, Isabel la saludo con alegría y de una forma peculiar, y así entre risas y alegrías, las dos sintieron que sus niños también lo hicieron, aunque no podían explicarlo. Pero había tanto por hacer que empezaron entre charlas de mujeres y cuidados de María para con Isabel.

También te contó del asombro y contento de Zacarías cuando la vio, y como estaba mudo pues se lo mostró con un abrazo.

Así que tú, Jesús, sonreías porque aunque lo ibas a conocer físicamente, pues por las pláticas maternas, ya sabías de él un poco. De lo llorón que era cuando nació, de la alegría de sus papás al cargarlo, de las veces en que tu mamá, lavó sus pañales, en fin de las cosas que platican las mamás. Conforme te acercabas hasta él, te llamó la atención su aspecto, delgado, serio, austero, mientras que tú caminabas contento por el próximo encuentro.

Juan al que le decían el bautista, intuyó que eras Tú, y no quería bautizarte, pues se sentía indigno. Pero lo convenciste y cuando lo hacía, un gozo inefable y divino los invadió. Entonces al fin, pudiste verlo sonreír, luego te despediste con un cálido abrazo.

Así que con ese hecho nos indicaste el camino a todos, necesitábamos hacer lo mismo que tú para que supiéramos y sintiéramos que cuando nos bautizaran también seríamos partícipes de ese gozo paterno que nos cubriría a través del Espíritu Santo. Y con ello naceríamos a la vida de gracia, que si la ponemos en práctica iría creando una sed de eternidad. De ese gusto por saber que cuando experimentemos el nacimiento a la vida eterna, el Padre, Tú y el Espíritu Santo, estarán con nosotros.

Realmente cuanto nos amas, haces las cosas para facilitarnos el que sintamos la cercanía con el Padre amor, la guía del Santo Espíritu y tu continuo cuidado.

Por eso ahora que celebramos la Eucaristía recordando tu bautismo, te agradezco tus enseñanzas, tu esfuerzo eterno y me siento contenta de ser bautizada.

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