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Entrada en Jerusalén (Lc 19,29-40) Pasión de nuestro Señor Jesucristo (22,8-27)
(Breve adaptación de la entrada de Jesús en Jerusalén. La Pasión podemos leerla en el Misal de la Comunidad, dada su extensión)
Oración. Recordando la entrada de Jesús en Jerusalén, le acompañamos para que, participando ahora de su cruz, alcancemos un día tener parte en su resurrección.
Acrecienta, Señor, la fe de los/as que en ti esperan y escucha las plegarias de los/as que a ti acuden, para que quienes alzamos hoy los ramos en honor de Cristo victorioso, permanezcamos en él dando fruto abundante. Por Jesucristo nuestro Señor.
Lectura creyente[1]
Se ha ido corriendo la voz entre los vecinos. Viene Jesús, el galileo, el Maestro. Le acompaña mucha gente. Viene a celebrar la fiesta de la Pascua con sus amigos, con su familia, con las mujeres que iban con él desde el principio. La entrada en Jerusalén resulta chocante, viene montado en un borrico rodeado por toda la gente; él parece feliz. ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Buen Dios! ¡Viva el Hijo de David!
El borrico estaba en el pueblo atado a una puerta. Los dueños nos preguntaron que por qué lo desatábamos y le dijimos: ‘el Señor lo necesita’. Se lo llevaron a Jesús, le aparejaron con sus mantos y le ayudaron a montar. Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con mantos y ramos de olivo.
Algunos fariseos de entre la gente le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos, pero él replicó: ‘Os digo que si éstos callan gritarán las piedras’.
*Y ahí nos encontramos todas las que le seguimos desde el comienzo, escuchamos sus palabras y hacemos lo que él nos enseñó.
Habían preparado todo para la cena de Pascua como había pedido Jesús. Es una cena de despedida, es como un resumen de toda su existencia, de su pasión sin medida por la creación entera, y no un acto ritual, aislado de la vida, que no compromete a nada. En ningún momento se escondió ni dio marcha atrás en su denuncia ante los sacerdotes corruptos del templo, ni ante las trampas de la Ley que siempre recaían sobre los mismos, los más débiles, ni ante los jerarcas del Imperio romano. Entonces, les dijo:
Luego, mientras comían, cogió un pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio diciendo:
Después, tomó la copa, dio gracias a Dios, se la pasó y todos bebieron de ella. Y les dijo:
Dicho esto, se llenó de tristeza y exclamó:
Todos se miraban unos a otros, preguntándose quién sería. Pedro le hizo una seña a Juan para que le preguntara. Éste dijo:
Jesús respondió:
Y, mojando pan en la salsa, se lo dio a Judas y le dijo:
Y como Judas tenía la bolsa del dinero, todos pensaron que le hacía algún encargo. Era ya de noche y Judas se marchó. Entonces empezaron a discutir entre ellos sobre quién era el más importante. Jesús les dijo:
Reflexión.
Como veis, lo de Jesús nada tiene que ver con el poder, o, mejor dicho, tiene mucho que ver: es denuncia de los poderes del mundo, injustos y opresores (que causan muerte y sufrimiento) y anuncio del poder del amor, que se pone siempre de la otra parte, en la otra parte (con los/as débiles, los/as que no cuentan y son maltratados/as, perseguidos/as y despreciados/as) aunque le cueste la vida.
Su vida y sus obras fueron la prueba que desenmascaró la hipocresía, el poder, la opresión y la injusticia. Su condena a muerte fue la consecuencia de su vida. Él no la buscó, pero tampoco la evitó. La fidelidad y la confianza en su Abbá revelaron su plena humanidad. Jesús, Dios hecho hombre, se nos desvela como la Palabra y la revelación más plena de Dios. El Espíritu estaba en Él.
Jesús les enseñó a ser pan, hacer el bien, ser pacientes, apaciguar conflictos, desencuentros, malentendidos, ponerse en lugar del otro, dejar a un lado la hipocresía y el egoísmo, rechazar todo aquello que provoque violencia, opresión, cerrazón. ¿Cómo explicar la raíz última de tanta maldad? El odio, las guerras, el sufrimiento de los/as inocentes, la explotación infantil, el hambre, la persecución y la tortura, la contaminación de la tierra, los mares, los ríos, la destrucción sistemática de los recursos naturales…
También nosotros con nuestra complicidad e indiferencia, hemos contribuido a levantar cruces. En la soledad de la cruz, Jesús nos cuestiona nuestra fe, desenmascara nuestro egoísmo y cobardía. Celebrar la semana santa es contemplar al Crucificado en el Misterio de su muerte y acercarse a los crucificados de todos los tiempos. Intuir que aquella cruz, aquel ajusticiado, donde solo veían la ausencia de Dios, era presencia de Dios.
Llama la atención en ese largo proceso del juicio y posterior condena, el silencio de Jesús. Excepto unas pocas palabras, él calla. Ya ha dicho todo lo que tenía que decir. Los que le acusan han visto sus obras. No necesita convencer a nadie. Sólo le queda un último paso: la aceptación final hasta sus últimas consecuencias. Un estado de consciencia lúcida en la que se abre un vacío lleno de Luz aun en la noche más oscura, en el dolor más insoportable, en el total abandono, en la desolación más absoluta.
El velo del templo se rasgó. Símbolo hermoso para explicar que ya no había separación entre lo sagrado y lo profano, es decir, entre el mundo de Dios y nuestro mundo, entre judíos y gentiles, entre hombres y mujeres. Para los seguidores de Jesús la división había terminado. Algo semejante a lo que aconteció en su bautismo cuando el cielo se rasgó...
Es una nueva forma de comprender lo que es el verdadero sacrificio. Ahora se daban cuenta de que no era una acción concreta, sino una forma de vivir: la vida y muerte de Jesús había sido el auténtico sacrificio, él había hecho presente a Dios en toda su existencia.
Quizá, cada uno/a intenta prepararse para ese encuentro definitivo, si es que es posible… Luego, no sabemos cómo, irrumpirá la Vida, la Luz, el Amor, la Presencia, la plenitud, la gloria, la resurrección, el regreso a Dios, el reencuentro…
Hoy, la meditación, la oración y la contemplación se unifican en el Silencio.
Vivimos la Palabra, compromiso.
Celebración. Música:
[1] Sigo en parte, el texto de ‘La Biblia contada a todas las gentes’ de María Tabuyo, Ed. Anaya. 1997 https://www.anayainfantilyjuvenil.com/primer_capitulo/9788469846391-libros-regalo-la-biblia-contada-a-todas-las-gentes.pdf
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