#8M2024 Confío en ti

#mujeresentreguerras
| Martha Eugenia, Mujer Mariposa
La muerte me rodea,
los demasiados que caen sin vida en los combates,
los que mueren a una vida plena, por las heridas recibidas.
En el campo de batalla se ven los mutilados
en muchos, el rictus mortuorio es de desconcierto,
pues la muerte se presentó tan de imprevisto
que ese último gesto
es una muestra de resistencia.
He aprendido a respirar el hedor de la muerte,
aunque repelo el de los cuerpos hinchados, agusanados.
Pero aún con esa pestilencia,
me levanto en el día a día,
buscando sobrevivir.
Veo de camino a buscar los miserables víveres
con que nos dotan
los vientres desgarrados
por metrallas que no respetaron el cáliz viviente,
de las mujeres que en el antaño,
se esperaba fueran nidos de carne para engendrar vida.
Observo al paso de los días
la mirada furtiva de las que buscan como águilas,
algo que pudiesen sustraer
de los muertos,
de los moribundos.
Antes de utilizar su cuerpo
como moneda para sobrevivir por un instante más.
De repente,
el viento queriendo distorsionar el mensaje,
deja escuchar con claridad,
"Vengan a mí, todos los que están cansados y cargados,
y yo los haré descansar" Mat 11, 28
Cómo te atreves Señor
a pedirme tal acción,
cómo esperas que en total fe,
crea en tu Palabra.
Qué acaso te burlas de tu pueblo doliente.
Míranos Madre Padre amor,
pues estamos deshechos cual piltrafas.
Por favor compadécete,
tus creaturas clamamos por Ti.
Oh, Señor de los Ejércitos,
que en el antaño condujiste a tu pueblo
a la victoria,
ahora ten compasión
de este campo sembrado de dolor y muerte.
Compadécete de nosotras mujeres y hombres
fuente de vida,
que morimos sin un aliciente en Ti.
Muchas y otros perdieron la confianza en tu Palabra,
otras y algunos rebeldes, te reclaman inertes
ante la posibilidad de una muerte árida, infecunda.
Aún yo pasando por esos estadíos,
desde mi fondo clamo a Ti,
buscando un último vestigio
de tu Amor en esta cruenta guerra.
Así desesperada, derrotada,
dejo que como bálsamo sanador
tu Palabra penetre mi ser,
para que aunque sea debajo de esta montaña
de cuerpos, unos muertos, otros moribundos, todos hediondos,
apilados como carne sin valor,
con mi último pensamiento consciente
mis labios clamen a Ti,
Madre/Padre misericordia
y con mi último aliento te digo:
tu Palabra me da vida,
confiando en ti,
hágase en mí.