#navidad DEJANDO AL AÑO VIEJO Y VISLUMBRANDO YA, AL NUEVO

DEJANDO AL AÑO VIEJO Y VISLUMBRANDO YA, AL NUEVO
DEJANDO AL AÑO VIEJO Y VISLUMBRANDO YA, AL NUEVO

Me encanta el Año Nuevo por los abrazos. Pueden ser emocionales o físicos. Son tan importantes que aquéllos que se leen, el cerebro no distingue si son físicos o virtuales, sencillamente los siente y manda el mensaje a todo el cuerpo para que se inunde de sentimientos de bienestar. Si son sinceros y se dan cargados de alegría o ternura o cariño, son tan potentes que resetean tanto al que lo da como al que lo recibe abiertamente.

Hace mucho, tal vez un poco más de tres décadas, recibí inesperadamente un abrazo que cada vez que lo recuerdo hace que sonría agradecida y me inunde una sensación de calidez. Creo que la persona que me lo dio era tan receptiva que intuyó cuánto lo necesitaba. En mi haber tengo algunos tan significativos, que también los guardo como tesoros, y cuando necesito, los saco del baúl de los gratos recuerdos, los vuelvo a disfrutar y continuo.

Por eso en este tiempo en que estila abrazar, pues  me gusta hacerlo con actitud de compartir algo bueno de mí hacia el otro.

Ha habido momentos críticos en mi vida de esos en que ya no sé qué hacer, entonces le he dicho al Señor, ahorita te pido me abraces, me digas que me quieres, me pasa esto..., luego me dices que es lo que quieres qué haga, ahorita necesito un abrazo. Después de recibirlo de manera amorosa y misericordiosa del Padre, retomando fuerzas implemento lo necesario para resolver mi reto dentro de lo posible.

Por eso los abrazos reparadores o reconfortantes cuando los he recibido en el momento justo ha sido necesario que esté atenta para aprovechar sus beneficios. Porque si uno está tan metido en uno mismo, es muy posible que lo grandioso del abrazo se diluya o pase desapercibido.

Otro ejemplo que me ha llevado a reflexionar lo vital y sanador del contacto humano, es una anécdota que leí de Teresa de Calcuta. Había salido de su casa en Calcuta e iba a otro lugar en la misma ciudad caminando, para llegar, atravesó por las vías del ferrocarril, lugar donde hay asentamientos de gente en paupérrimas condiciones de vida. A su paso de encontró con un mendigo que le pidió ayuda, como no llevaba nada consigo, le tomó de la mano. El hombre empezó a llorar y le dijo: Hacía años que nadie me daba la mano.

Imaginando la escena, y conociendo un poco acerca de la vida de esta mujer, puedo intuir que hubo palabras entre los dos, tal vez un diálogo amoroso de cercanía de la religiosa hacia el hombre. Pero la acción física vital, fue el haberle tomado de la mano y sostenérsela, para que las lágrimas tuvieran el tiempo necesario para aflorar (cuánto te imaginas que una gente que vive en la calle ha sufrido y ha aprendido a aguantar y a ocultar sus sentimientos para poder sobrevivir).

Así que en este tiempo donde cronológicamente estamos por concluir un ciclo, te quiero dar un abrazo virtual, que lleva mi alegría por el encuentro contigo, una sonrisa por la oportunidad de sabernos, mis deseos de que en tu vida haya equilibrio, paz y armonía. Y que al igual que yo lo he sentido, tú también te sientas abrazada, abrazado por Jesús Dios y hombre, no importa si eres ateo o creyente, lo importante es que recibas un abrazo de quien sabiendo que existirías un poco más de dos siglos después, te ama, te abraza, te sostiene y está a tu lado constantemente.

Volver arriba