Llegó y pasó el 8 de marzo un año más para una parte de la sociedad más institucional se convierte en una serie de actos "políticamente correctos" porque hay que demostrar que somos una sociedad progresista. Pero el alma de las mujeres sigue sangrando porque los hechos que viven antes y después de esa fecha no se corresponden con lo publicitado.
La sociedad no termina de hacer realidad esa ansiada igualdad de todas las personas. La Iglesia institución... tampoco.
Solo Dios me habla directamente y claramente en términos de igualdad llamándome hija con los mismos derechos que todas y todos aunque a veces pienso que sólo le escucho yo y algunas "hijas" que también lo sienten cerca
DIOS HABLA CLARO PERO NO LO ESCUCHAN.
¿Por qué digo esto? Porque Dios ha hablado a lo largo de los siglos dando muchas señales de atención hacia las mujeres. Señalando las injusticias y haciéndoles poseedoras de la dignidad que el mundo les quitaba.
Porque Jesús en su caminar por la tierra se saltó todas las leyes y normas de "los hombres" para dar a las mujeres la condición de elegidas por Dios en una sociedad donde no podían levantar la mirada al cielo, donde se las calificaba de impuras a la mínima y donde siempre eran sometidas y culpabilizadas. Y JESÚS LAS ELIGIÓ. Ni siquiera han podido borrar este hecho de los evangelios pero lo han manipulado, le han quitado significado, han minimizado su importancia o, simplemente, lo han silenciado (como ocurre con el tema del presbiterado femenino) con un " NO HAY NADA MÁS QUE DECIR SOBRE ESTE TEMA".
¿Se puede callar la voz de Dios? ¿Se puede decidir que no conviene escuchar al Espíritu?
Este 8 de marzo me siento más seguidora de Jesús que nunca, dichosa de ser HIJA de Dios y dispuesta a seguir poniendo mi esfuerzo para que la voz de la igualdad y la justicia de Dios llegue a todos los rincones de la Tierra.
Por las mujeres, por las personas sufrientes y esclavizadas, por tanto llanto en el mundo...
