#sentipensares2025 ENTRE DISCÍPULAS

| Martha Eugenia, Mujer Mariposa
Ha preparado panecillos con esa miel que ha traído del mercado. Betania rompía su apacibilidad cuando los mercaderes ofrecían sus productos y las mujeres aprovechaban para comprar siempre y cuando un varón de la familia las acompañara. Y éste fuera el encargado de hacer la compra, pues aquéllas no podían interactuar con ningún hombre extraño. Aún así, era una mujer decidida, inteligente e ingeniosa. Esa tarde esperaba una visita singular, originaria de Magdala; otra mujer con características similares. Había asuntos importantes que tratar y estrategias por definir, por lo que su estancia sería de varios días. Se esperaba que las visitas femeninas fueron resguardadas por su esposo o hijo. Mas la magdalita, al igual que otras más como Juana (esposa de Cusa, administrador de Herodes) y Susana eran ingeniosas y prudentes para movilizarse sin ponerse en peligro. Mientras María, su hermana se había esmerado en arreglar la habitación en donde se hospedaría Magdalena. Y al igual que Marta, esperaba con impaciencia.
Así que cuando uno de los sirvientes anunció que María de Magdala estaba ya a la puerta de la casa, las hermanas salieron hospitalarias a recibirla, mientras los sirvientes con un recipiente con agua y paños suaves en mano, se disponían a lavarle los pies a la invitada, como las normas de cortesía indicaban. Mientras otro le ofrecía un vino afrutado para refrescarse ya que el calor en el exterior era abrumador.
Marta y Magdalena sabían una de la otra por referencias, mientras que para María era el primer encuentro con la de Magdala, no obstante, las tres se sentían hermanadas, pues eran seguidoras de Jesús, el rabboni.
Después de los rituales de bienvenida, Magdalena fue conducida a un salón donde se recostaron cómodas en cojines mullidos para empezar a hablar acerca de lo que les importaba. Mientras María acercaba los panecillos y un pequeño tarro con kéfir para untarlos con él. Sabiendo lo importante de la reunión guardaron silencio mientras comían, esperando para iniciar.
La de Magdala empezó diciendo: —El Rabboni está levantando muchas inconformidades en los lugares que frecuenta, cada vez es más notorio que los saduceos o los fariseos estén inquietos por el mensaje que comparte. Se ha declarado hijo de Dios y para las autoridades religiosas eso es una blasfemia y buscan la manera de callarlo. Pero él, no hace caso y dice que el mensaje que comparte es más importante. Tengo miedo por él. No sé qué pasaría si lo llegan a detener.
—Entiendo lo que dices Magdalena, pero eso es imparable, desde que vivimos el prodigio que realizó con nuestro hermano Lázaro, ya no pude contenerme también. El grupo de mujeres al cual les predico la Buena Nueva, como él me enseñó, además de darles esperanza, les enseña a hablar en voz alta para rebelarse ante las injusticias de sus maridos o hijos, o de otros que las menosprecian. Me han dicho que se sienten valiosas por primera vez, no como bultos de los cuales se espera se muevan y hagan lo que se les pide sin que ellas tengan ninguna opinión. Saben que es peligroso, algunas han compartido que por tan sólo mirar a sus maridos a los ojos han sido abofeteadas inmisericordemente.
—Las que vamos con él, hemos experimentado de parte de algunos de los que lo acompañan también, injurias y menosprecios, y cuando se ha dado cuenta o lo ha sabido el Maestro los ha reprendido de forma severa. Y los invita a que sean justos con cualquiera que sea su prójimo, a que dejen esas costumbres que solo dividen y causan rencores. Habla de que si la mujer es como la tierra que da vida, hay que respetarla, cuidarla y protegerla porque todos somos hijos de Dios y fuimos creados con igual dignidad.
—Supe del escándalo que se hizo cuando las mujeres llevando a sus niños se acercaron para escucharlo, y los pequeños traviesos cautivados porque empezó a jugar con ellos, se reían y le jalaban la túnica, entonces sus seguidores empezaron a alejarlos regañando a los infantes; a lo que él, los paró y les ordenó que los dejaran, y no sólo eso, sino que les dijo que observaran las actitudes directas y francas de los niños, porque sólo de los que los imitaran en su diario hacer, podrían entrar en el reino de su Madre/Padre celestial. Sus seguidores lo miraban extrañados, mientras que los otros hombres que lo oyeron se escandalizaron porque los niños debían seguir las normas de educación establecidas. Entonces más enojados se pusieron cuando Jesús se sentó en el suelo y puso a una pequeñita sobre sus piernas, mientras la niña, se acomodó para dormir, pero primero tocó su barba. Aunque Betania es un lugar alejado de la ciudad, llegan las noticias y más cuando alguien como Jesús amoroso enseña el porqué y el cómo hacerlo.
—Ese tipo de actitudes que cuentas, las he visto muchas veces. Es imposible no quedarse subyugada cuando nos invita a nosotras las mujeres, a que nos acerquemos cuando da una enseñanza, dijo Magdalena.
—Es cierto y estamos conscientes del peligro en que estamos también por seguirlo, y más porque las autoridades se han dado cuenta que aquí en casa pernocta para descansar, esté o no Lázaro. Pero él es nuestro amigo, y reconozco que es el Cristo, así que lo único que hago es dar gracias a la Madre/Padre celestial por escucharlo, saber de lo que quiere para nosotras y cómo necesitamos enseñarlo a los demás.
—Así es Marta por eso me interesaba platicar contigo, necesitamos permanecer firmes y confiadas en su palabra, y aunque temamos por nuestra seguridad, saber que la vida eterna que él nos predica nos espera, pero mientras eso sucede, es vital que también participemos a otros, especialmente a otras, su mensaje. Dándoles esperanza.
Las dos quedaron en silencio, hablar de lo cotidiano con y del Maestro, les dio fuerza, optimismo y certeza de que era lo adecuado. La tarde noche había caído ya y la servidumbre había ya encendido las lámparas. Las sombras se deslizaban por las paredes, mientras las dos mujeres pensativas, mirándose y viendo más allá una de la otra, respiraban al mismo compás, el de saberse amadas por Jesús y de percatarse de la enorme responsabilidad que eso implicaba, pues la confianza que él había depositado en ambas era innegable, para seguir llevando su evangelio por el mundo, especialmente a los más desprotegidos, los enfermos, los indefensos y las MUJERES.
Martha Eugenia,
Mujer Mariposa.