Aún no alcanzaba a clarear. Era imposible dormir. Por eso salí. 

Un día cualquiera hubiera tenido miedo. Ese día no. Nada importaba. Todo tenía una dimensión diferente. 

Vos ya no estabas, y yo caminaba hacia allá para comprobar que esto no era pesadilla, que de verdad habías muerto. 

Creo que brillaban gotas de rocío en los sauces que acariciaban mi marcha, pero yo no podía apreciar la belleza. 

Los pájaros que suelen anticipan la aurora no cantaban para mí.  

Yo caminaba como si me llevaran, sin fuerzas ni decisión. Sólo iba….hacia allá…hacia la tumba. 

¿Dónde quedó tu risa? ¿Dónde tu mirada?. Esas manos sepultadas tras la roca no son ya las que donaban vida. ¿Se fue para siempre lo más tuyo, lo que te expresaba? 

¿Por qué tuvo que ser así? 

¿No pudo haber sido distinto? 

Me quedo sentada en el jardín.  

Empieza a despuntar el sol. La vida no se para.