La palabra felicidad es un estado de armonía, de equilibrio del ser. Por ello es muy significativo cuando una persona expresa que es feliz. Ya que siendo realistas se da por lapsos cortos y esporádicamente.

Cada uno la experimenta en muy variadas circunstancias, a veces el otro no entiende el porqué de ese estado, pero lo que sí, es que la percibe y si está receptivo hasta la siente. ¡Así es la felicidad, es contagiosa! 

Creo necesitaríamos esforzarnos de continuo en experimentarla conscientes y participarla a los demás en cada momento que la viviéramos. Eso es donación. Donarnos para también el otro, sin favoritismos la experimente. Así nuestro entorno sería mucho, pero mucho más estable y pacífico.

Este tiempo de Adviento, que significa preparación, espera; nos da la oportunidad de tomar mayor consciencia de que la felicidad está a nuestro alcance. Ésta no excluye las tristezas, los problemas, ni los obstáculos que la vida continua presenta a superar. Por eso la felicidad es más notoria cuando se está en ella o se observa en el otro. La felicidad es tan potente, que se puede dar espontáneamente. Es muy difícil ocultarla.

Entonces desearle al otro felicidad o felicitarlo, es un íntimo deseo de armonía para su vida. Que puede o no ir ligado a un presente, pero que está sustentado en la donación personal.

Esta donación personal, implica trabajo, dedicación, disciplina, esfuerzo para el que da, y para el que recibe la oportunidad de encontrar paz y solaz. Ese otro puede o ni siquiera se da cuenta del esfuerzo personal que se realiza para él. Lo importante es que la persona que experimenta felicidad, se esfuerce por donarse y lo haga sin esperar ser reconocida o que le agradezcan.

Esa es la donación plena, y es la que festejamos en el tiempo de Navidad, rememorando el nacimiento de un ser, Jesús Dios que se nos dona total, para que nosotros siguiendo su ejemplo vivamos felices.

Así que para ti, desde lo íntimo de mi ser te deseo FELICES FIESTAS NAVIDEÑAS.