#adviento2023 HABITAR EL ADVIENTO: “ENSANCHA EL ESPACIO DE TU TIENDA”

HABITAR EL ADVIENTO: “ENSANCHA EL ESPACIO DE TU TIENDA”
HABITAR EL ADVIENTO: “ENSANCHA EL ESPACIO DE TU TIENDA”

HABITAMOS ENTRE UN ORIGEN Y UN DESTINO

En la Iglesia de Santa Isabel de Hungría, Plátanos, Buenos

Aires, Argentina, iniciamos el adviento bajo esta invocación

de ensanchar el espacio de tu tienda…

Muchas cosas empiezan a rebotar en la cabeza y en el

corazón y esta primer entrega recurre a la alforja de lo que se

vivió en la liturgia del domingo… en el contexto de antiguas

reflexiones sobre la memoria y la esperanza.

Cada domingo, además, compartiremos algo que haya crecido en esa comunidad. Siempre

tendrá que ver con ensanchar el espacio de la mente, del corazón, del compartir y de la

entrega.

HABITAMOS ENTRE UN ORIGEN Y UN DESTINO

Nuestra condición de humanes, precisamente, nos ubica entre un origen y un destino.

Ciertamente, pueden entenderse de distintas maneras: pero hoy queremos rescatar

(recordando, sin duda, a Agustín…) el vínculo que tenemos con esas dimensiones gracias a

la memoria y a la esperanza. Recordando y esperando dibujamos el triángulo de la

existencia personal o comunitaria que tiene las dimensiones de nuestra capacidad de

memoria y espera.

Pero la memoria puede enfermar: tanto de nostalgia como de culpa. Enferma de nostalgia

cuando cede al discurso de que “todo tiempo pasado fue mejor”, como dice el poeta. El

paraíso perdido opera en esa “algia”, ese dolor de lo que ya no es ni puede ser. Enferma,

también, a veces, de la carga de la culpa. El “hubiera” que nos aflige por lo que ya no

podemos reparar, por lo que pudiera, debiera… pero no es ni llegará a ser porque no

podemos desandar el tiempo.

Y la esperanza también puede enfermar: de ilusión y de voluntarismo. Entregada al

ensoñamiento como si fuera real, conforme con imaginar y soñar… la esperanza se vuelve

fantasía que se autocumple ilusoriamente. Al contrario: también puede enfermar de

voluntarismo: en expresiones despiertas y fuertes en términos de “va a estar bien”, “todo

estará bien”... confunde la fuerza del énfasis con la realidad y descansa en ese ejercicio

afirmativo para con el futuro, para con lo que habrá de ser…

Y es que la memoria saneada tiene que animarse a la verdad. Ni paraíso ni culpa: la verdad

de lo sido es lo único que cuenta. Humildemente: ser capaz de asumir lo que de veras fue,

de veras fuimos, de veras… nada más. Es un ejercicio heroico, a veces, martirial. Sano.

Y la esperanza saneada tiene que animarse a la tarea. Ni apuesta ni sueños: tarea. Lo que

esperamos debe ser construido, emprendido… Valientemente, ser capaz de planear, de

armar, personal y comunitariamente. Es un ejercicio entregado, capaz de algo para que

todo…

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