#LaGacetaDeSophía Justicia climática ya*

¡Soñemos!... y pongámonos en marcha con confianza y sin miedo, cuidando todo lo que es vida y genera más vida.  

#Sentipensares

“… Y vio Dios cuanto había hecho,  y todo estaba muy bien” (1)

Cuando te adentras en el relato de la Creación no hay duda que todo va bien, muy bien. “Creo, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios los creó, macho y hembra los creó” (2). Belleza, diversidad, naturaleza en ebullición, aguas, animales, cielos, estrellas, mares… Hasta que te fijas en dos verbos que hemos de reconocer nos han venido muy mal: “mandar” y “someter”.

Verbos tan peligrosos en aquel principio como a lo largo del recorrido del ser humano a través de los tiempos. Dos verbos que hacen saltar por los aires el don gratuito de la Creación. ¿Qué pasó? ¿Qué eligieron los “elegidos”? ¿Los llamados a mandar y someter? 

Demos un salto en la historia y escuchemos lo que decía Thomas Merton (1915-1968) a mediados del pasado siglo: “¡Cuán sumamente cierto y qué verdad más crucial es que somos pura y simplemente parte de la naturaleza, aunque somos la parte que reconoce a Dios!” (4)

No solamente reconocemos a Dios sino que podemos pensarnos a nosotros mismos, tenemos un lenguaje para comunicarnos y quizás todo eso ha hecho que nos creamos el centro de la Creación. 

“La sensación de exilio que nos envuelve, y de la que estamos permanentemente tratando de escapar, no está causada por nuestra distancia a Dios, sin por nuestra distancia con la Creación que nos rodea.” (5) 

Hemos cortado nuestra relación con la naturaleza que nos alimenta y nos sostiene, para lanzarnos en una carrera de consumo desenfrenada que nos está destruyendo. Ensordecidos por el ruido y el estímulo permanente no podemos conectarnos con nosotros mismos, y por lo tanto tampoco con los demás, con la Creación ni con el Dios que late al interior de todo.

Como en todos los órdenes de la vida - social, político, económico- estamos convencidas de que el cambio viene de abajo para arriba. Ya hemos experimentado con creces que los que mueven los hilos son las grandes empresas, los gobiernos y hasta las asociaciones de bien público; lo único que buscan es el poder y perpetrarse en el tiempo. Se cuidan a sí mismas y no a la sociedad a la que deberían servir. El bien común no les interesa. 

Por eso creemos firmemente en lo que podríamos llamar “conversión del corazón” o  “amplificación de la conciencia” a nivel individual, hasta formar una masa crítica que transforme la realidad. 

Ya en los años 60 se empezaron a oír voces estimulando a una concienciación ecológica frente a la indiferencia del momento, en lo relativo al medio ambiente, al uso de la tecnología y la especial amenaza atómica.

“La terrible irresponsabilidad con la que menospreciamos los valores más pequeños forma parte de la misma irresponsabilidad portentosa con la que osamos usar nuestro titánico poder de tal forma que amenaza no solamente la civilización sino la vida misma”. Parecen palabras de actualidad en este momento, pero tienen un no sé qué de profético dichas por Thomas Merton, monje, escritor y persona muy sensibilizada con la denuncia de los problemas e injusticias de su tiempo. 

La voz de los científicos durante tantos años ha sido como un eco en el desierto y ya llega el tiempo de exigir justicia. El efecto dominó que se ve en todos los sistemas de la naturaleza nos ha de comprometer en una lucha por la Justicia Climática.

El cambio climático es una crisis que golpea nuestro tiempo, y el desplazamiento por los desastres naturales y los climas extremos es una de las consecuencias más devastadoras de este fenómeno. Poblaciones enteras sufren actualmente los estragos del cambio climático; sin embargo, las personas en situación de fragilidad en países indefensos y afectados por esta crisis recrudecida suelen padecer efectos desproporcionados, principalmente las mujeres y niñas. La Agencia de la ONU para los Refugiados dice que ellas componen el 80% de los refugiados climáticos.

En ese contexto, el cambio climático puede multiplicar las amenazas, recrudecer tensiones existentes y acrecentar posibles conflictos.

¿Por qué la justicia social de la Iglesia no incluye la justicia climática? Porque tendríamos que hablar primero de conciencia ecológica. Todavía estamos de espalda hacia la ecología, salvo Laudato Si’, no se habla de ecología en las enseñanzas básicas en la Iglesia. No se menciona la ecología en el Credo, ni en los mandamientos, ni en los sacramentos mucho menos en la liturgia. 

De nuevo Thomas Merton nos dice: “Una tradición que se despliega, en continuidad total, en una sabiduría capaz de entender el misterio del mundo contemporáneo” debe incluir, junto al compromiso con la paz y la justicia racial, la conciencia del “gran problema espiritual de las profundas alteraciones de la ecología por todo el mundo, el trágico despilfarro y deterioro de los recursos naturales” y la capacidad de respuesta a dicho problema. (Turning Toward the World, 330). 

La gran pregunta sería cuál puede ser nuestro aporte para resolver el problema. Si seguimos esperando que desde los diferentes poderes, Iglesia incluida, vengan las soluciones necesarias, creo que la frustración va a ser enorme. 

Siempre hemos dicho que el ejemplo debe venir de arriba, pero parece que vamos a tener que empezar desde abajo. ¡Eso sí está a nuestro alcance! 

Un comportamiento individual responsable y amoroso con la Creación es lo que nos puede salvar de la catástrofe. Una conversión de corazón a corazón. Una vida en coherencia con nuestros ideales, que contagie. Esto no es nada fácil, porque para revertir la situación en la que se encuentra el planeta los cambios tienen que ser enormes, empezando por los cambios en la vida personal de cada uno. Muchas veces tenemos la postura de reclamar para que las cosas cambian, pero cuando se trata de nosotros nos resistimos.

Una revolución pacífica, silenciosa e imparable está empezando-. No va de armas sino de herramientas. No va de poderes sino de vadear los poderes. No espera leyes para dejar de consumir productos que perjudican océanos, tierras, etc. Una revolución pacífica de muchos actuando juntos. 

¡Soñemos!... y pongámonos en marcha con confianza y sin miedo, cuidando todo lo que es vida y genera más vida.  

… Y se asomará Dios al mundo y verá que lo estábamos intentando y que su precioso regalo descrito en el Génesis 1, está siendo restablecido; que la codicia y la ambición están siendo arrinconadas. 

* Consulta toda La Gaceta de Sophía No.16 la cual contiene datos interesantes sobre el tema: https://www.traslashuellasdesophia.com/so/8fOF2ioof?languageTag=en#/main

(1) Gn 1, 3  Biblia Jerusalén

(2) Gn 1, 27 Biblia Jerusalén

(3)   Gn 1, 28 Biblia Jerusalén

(4) Turning Towards The World, 312. Tomado del Diccionario de Thomas Merton, “Ecología”, págs. 200-201

(5) O´Murchu, Diarmuid Religion in Exile. A Spiritual Homecoming. The Crossroads Publishing Company 2000. Pag. 169

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