#navidad2023 LLEGANDO AL FIN DE AÑO - Proclama de Año nuevo

LLEGANDO AL FIN DE AÑO - Proclama de Año nuevo
LLEGANDO AL FIN DE AÑO - Proclama de Año nuevo

Con el último brindis, con la última campanada de las 12, invito a mis amigas, amigos, caminantes conmigo...

Terminamos el año, un año más. Particularmente difícil y desconcertante para quienes nos hemos jugado la vida en la construcción de un mundo diferente, un mundo de relaciones sororas y fraternas. Un mundo en el que todas y todos soñemos un nuevo amanecer. El 2023, un año atravesado por guerras y violencias que termina con la agudización y el sinsentido de muchas de estas situaciones absurdas.

Celebramos la Navidad y llegamos a la copa del último brindis en medio de situaciones inhumanas terribles: En Gaza, las acciones de Netanyahu me invaden el alma de tristeza y horror. No apruebo ni de lejos las políticas de Hamás, pero esa salvaje violencia que el presidente de Israel ha desatado no puede ser nombrada en términos humanos. Un pueblo está siendo aniquilado, con la plena intención del victimario y con la complicidad y el silencio del mundo. Niños y niñas mueren… mujeres, hombres… todos asesinados por las bombas de la soberbia infinita y la codicia, de la crueldad de un gobierno monstruoso. La voz de Francisco, el Papa, trata de hacerse oír clamando por la paz, pero los oíos son sordos. Una voz espiritual no tiene eco en un mundo de consumos, dinero y  materialidades constantes y sonantes. ¿A quién puede interesarle que un hombre de 86 años - por más líder que sea- grite que no nos matemos más?

En Colombia, vivimos una de las más fuertes olas de violencia de los últimos años. Todo el país, pero sobre todo en estos recientes días, el norte del Cauca está atrapado en los ríos de sangre de las víctimas de las múltiples fuerzas que se disputan territorios, controles y rutas del tráfico de drogas. Miles de campesinos que no pueden dormir y reparar sus fuerzas sin temor a que cualquiera de las balas asesinas, que andan sueltas por todo el territorio nacional, siegue sus vidas. Y en las ciudades asaltan los temores de una bala en la puerta de la casa, que llegue dirigida o perdida, da lo mismo pues igualmente mata. Las dinámicas de odio se imponen y campean libremente sin que ninguna lógica se empeñe en detenerlas.

Y quizás uno de los dramas más graves, más atroces: millones de personas deambulan por el mundo en destino migrante, buscando con  linternas un hueco en el cual habitar… buscando “donde reclinar su cabeza”, sin encontrar cobijo. Buscando dónde pasar la noche mientras llegan los días que no terminan de traer un futuro mejor para los hijos, un nicho más amable. La historia de la humanidad ha sido de éxodos y migraciones, pero tal vez nunca -como ahora- los mares, los desiertos, los ríos, las selvas y  los cielos se han llenado de corazones palpitantes y de suspiros en deseos sencillos: habitar en un paraje amable. Y en estos caminos dolorosos la muerte multiplica sus embates y atrapa sus dolientes.

Y así termina el año. Y surge la pregunta: ¿Esperamos mañanas? ¿Esperamos albergues, reconciliaciones, serenidad de paz? ¿Esperamos que el mundo sea orientado por otras voluntades, por otros sentimientos? ¿Podemos aún creer que el Alfa y el Omega llegarán? ¿Podemos aún creer en la promesa de relaciones nuevas que marquen otros rumbos, que fijen un destino mejor para la humanidad necesitada en eterna pregunta?

Quiero seguir creyendo, en medio del dolor y la desesperanza… quiero seguir creyendo que la fuerza de Amor empujará esta tierra a un mañana mejor. En medio de las guerras dice Gandhi: “Cualquier cosa que hagas será insignificante, pero es muy importante que lo hagas”. Con el último brindis, con la última campanada de las 12, invito a mis amigas, amigos, caminantes conmigo… a que en el nuevo año hagamos esa cosa que sea insignificante, pero que ruede un poco nuestros destinos hacia el lado de la paz, de la reconciliación y del amor. Si entre todos y todas señalamos la ruta… la ruta llegará… y habitará nuestros corredores humanos hasta poblar la tierra de nuevas alegrías y de gestos hermanos.

Un nuevo amanecer será posible si gritamos al mundo nuestros deseos de paz, amor, justicia… si gritamos al mundo que este albergue es para recibirnos a todos en rutas de armonía, en noches de sosiego, en mañanas de anuncios amorosos.  Que el lobo y el cordero pasten juntos. Que  los niños encuentren sus deseos, que abracemos en círculos gigantes a todo aquel que  lejos o más cerca nos mire con su necesidad y su demanda. Que el corro de la sororidad y la utopía se asiente en nuestras salas.

Carmiña Navia Velasco

Santiago de Cali, últimos días de diciembre de 2023

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