Pelea, Señor, contra los que me atacan, guerrea contra los que me hacen guerra;

empuña el escudo y la adarga, levántate y ven en mi auxilio; di a mi alma: "Yo soy tu victoria".

Sal 34, 1-3

Lo que en esta Semana Santa vamos a contemplar es por ti y por mí. El por qué de la cruz, el por qué de esa entrega, es por ti y por mí. Es para darnos cuenta que es por amor a nosotros para que despertemos a esta vida nueva.

Padre Luis Vivó.

En este Lunes Santo, en que me recuerdas que lo que viviste es por mí, y por cualquiera de mis semejantes, te digo: Gracias.

Gracias porque sabiendo lo que soy, me amas y lo refrendas en cada Eucaristía, gracias porque confías pleno en mi, aún con mis muchas infidelidades.

Te agradezco, que me llames por mi nombre, especialmente en las situaciones de pecado, para recordarme que puedo salir de ahí y que Tú me confortas. Te doy gracias porque me llamas con dulzura como Madre/Padre celestial, para guiarme entre las sombras que me alejan de Ti y llevarme a la luz que eres.

Agradezco las batallas que peleas a mi lado, porque sin tu ayuda, querido Ruah estaría perdida. Gracias por confiar en mí, sabiendo que te traiciono de manera continua, unas voluntaria y otras involuntariamente.

Señor Jesús, Dios y hombre verdadero, gracias por donarte por mí y los demás, por mostrármelo y por venir por mí, todas las veces en que lo necesito.

Gracias, Madre/Padre del cielo por ser quien eres y por haberme creado.

¡Gracias Señor por ser Tú, mi victoria!