Vivimos un tiempo maravilloso: el de la explosión de la presencia de las
mujeres.
Sus perfiles
Sus derechos
Sus estilos
Sus demandas
Sus descubrimientos
Sus luchas
Sus encuentros
Sus incertidumbres
Sus certezas
Sus diferencias
Sus alianzas
Sus horizontes...

La larga (e incompleta) lista de lo que hoy se ha abierto -para, con, entre-
las mujeres es una certificación de lo imposible de responder a la

pregunta oceánica que nos han hecho ¿qué es ser mujer?
Responder al estilo mujer puede significar renunciar a una exposición
“redonda”... y abrir una serie “al paso”, a como vaya saliendo, con toda
libertad y ninguna pretensión de completud. Reconociéndome en trance,
en situación de transitar... dibujando el camino nuevo
¿Qué es ser mujer... hoy... para mí?
Pasar de la alabanza y elogios...... al respeto
De la servicialidad... a la colaboración
De la novia preciosa... a la compañera
Del silencio... a la franqueza
De la perorata... a la escucha
Del enfrentamiento... a la hermandad
De las cuentas y mediciones... a la igualdad
De las sospechas... a la diferencia
De los temores... a la apertura
De los resabios... a la entrega
De las luchas... a los bailes

Ser mujer es un largo camino que necesitó, necesita aún, de la energía
batalladora, atenta y sin concesiones... pero que anhela un espacio
abierto, sencillo, compartido, de muchas risas e historias entrelazadas, de
adultez vivida que no proclamada, de confianza y reconocimiento.

Ser mujer es llegar a un auténtico espacio de baile y encuentro, de
acogida y cuidado, de paz. Una paz que no necesita ya pelear por el
lugar y sostener con uñas y dientes, para encontrarse en la sencilla,
colorida, colorida comunidad femenina, de complicidad por la vida, de
tramas de colores y amasijo de panes... Mecer y abrazar, aceptar y
entregar.

Un espacio de sueño y de fantasías, de trabajo y construcción, de ciencia
segura y de militancias rotundas. De oración agradecida.