María Magdalena, yo siendo MUJER sé quién eres tú como MUJER; pero hay muchas más que no lo saben.

            Cómo te presento, cómo las invito para se interesen por ti para que se identifiquen contigo en lo que hiciste; cómo las motivo para que sientan que así como tú, ha habido otras que a lo largo de su caminar junto a Jesús no sólo se han descubierto; sino han encontrado un nuevo estado, el de sentirse amadas, fortalecidas, reconocidas, con la dignidad que cualquier MUJER necesita y es merecedora, para vivir saludable en el día a día.

            María Magdalena cómo decirles a muchas más que cuando el Resucitado te miró sentiste que veía en tu interior como solamente la misericordia puede ver. Cómo explicarles a otras MUJERES que son únicas e irrepetibles a los ojos de la Madre/Padre celestial porque fueron creadas con amor eterno. Magdalena cómo compartirles a otras que es necesario alzar la voz para buscar la justicia pero que esa ésta proviene de reconocerse íntimamente como la amada del Señor, para poder después expresarlo y motivarla a que lo experimenten y luego compartan.

            MUJER de Magdala, que poseyendo bienes materiales descubriste que necesitabas de los que la Ruah divina te había proveído para darle significado a tu existir. Tú que sentiste que tu ser inteligente, atrevido, decidido, era reconocido por el Maestro, que supo y aprendió a ver que en tu ser MUJER estaba la grandeza de la creación de la Madre/Padre divino. Tú que valiente, creíste en el Rabboni y afrontaste los peligros que significaba ser su seguidora, tú MUJER de fe, que seguiste al Maestro hasta su donación extrema, tú que aún con el dolor lacerante que te causó su muerte, junto a otras te doliste plañideramente pero como mirófora siguiendo la tradición, te encaminaste al sepulcro, superando tu temor e ideando qué hacer para ungirlo. Magdalita, tú que te lamentaste desconsolada al no encontrar el cuerpo del Maestro pero que por su gracia te sentiste asombrada y consolada cuando pronunció tu nombre, haciéndolo una vez más, para que te supieras reconocida y amada. Tú que supiste respetar, esperar y comprender a que Él estuviera listo cuando completara el trance de subir a la Madre/Padre celestial. Tú, María la de Magdala, que llena de asombro gozoso, cumpliste el mandato que tu amigo el Resucitado te pidió: "Ve y di a mis hermanos que voy a reunirme con el que es mi Padre y Padre de ustedes, mi Dios y Dios de ustedes". Jn 20,17b Y al aceptar el mandato del Rabí te convertiste en la apóstola de los apóstoles.

            En fin María, cuanta enseñanza nos deja tu legado, cuanta esperanza nos deja tu actuar, tu creer, tu llevar a la vida cotidiana lo que con firmeza amorosa y respetuosa te dio, te enseñó el Maestro y culminó como Resucitado.

            Por eso es necesario e imprescindible que te conozcan muchas de las que siguen al Maestro y también de las que aún no lo conocen; pero a todas con tu testimonio de vida cristiano puedes ayudar a conocerlo y encontrar su camino.

Martha Eugenia,

Mujer Mariposa.