#retopascual2024 MUJERES “AMENAZADAS DE RESURRECCIÓN”

MUJERES “AMENAZADAS DE RESURRECCIÓN”
MUJERES “AMENAZADAS DE RESURRECCIÓN”

 “Ni yo ni nadie estamos amenazados de muerte. Estamos amenazados de vida, amenazados de esperanza, amenazados de amor […]. Estamos “amenazados” de resurrección. Porque Jesús, además del Camino y de la Verdad, es la Vida, aunque esté crucificada en la cumbre del basurero del Mundo…” (Pepa Torres citando el testimonio de un periodista anónimo guatemalteco, luego desaparecido por la dictadura en los años 80)

Es la noche, todo parece perdido. La oscuridad, como un fino manto, ha cubierto de muerte y desilusión el sueño de un mundo libre, justo y equitativo. Desde el viernes en la tarde solo huele a dolor y temor. Las mujeres han presenciado todo sin perder ningún detalle, fieles hasta el final, compañeras en la situación límite del sufrimiento. Están amenazadas de nostalgia, de desconcierto y de miedo, pero ellas resisten, porque sus corazones se sienten amenazados, es por la vida, la esperanza, por la resurrección.

En el tumulto de la gente cerca de la cruz, se escucha la pregunta: ¿dónde están Pedro, Santiago y Juan? ¿No eran ellos los que siempre estaban con Jesús en los momentos más importantes de su vida? En su lugar están tres mujeres: María Magdalena, María, la madre de Santiago y de José, y Salomé (Mc 15,40). Pero, son mujeres, aunque firmes, están invisibilizadas, no notan la presencia de estas maestras de la noche, expertas en desafiar las tinieblas.

Junto a la cruz, las amenazas de muerte no hacen eco en sus oídos, las palabras del Maestro anidan en sus entrañas: “A mí nadie me quita la vida, yo la doy libremente”. “No teman a los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar la vida”. Allí, en donde todos ven fracaso, engaño, oscuridad, la mirada femenina se fija en el horizonte en el que germinan las semillas pascuales, acostumbradas a los partos cotidianos de nuevas posibilidades.

“Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol” (Mc 16, 2) el fuego del amor disipa las tinieblas, aligera el paso y conduce a las mujeres al sepulcro. Ellas, vigías del Misterio, mujeres de la memoria, amenazadas de “resurrección”, custodias de esperanza, van en busca de la vida. En este punto, cómo no pensar en tantos colectivos de mujeres que en Colombia y en el mundo, se dedican a buscar resurrección en donde todos hablan de muerte, ellas son llamadas las “buscadoras” y cada día tejen la esperanza de encontrar con vida a sus hijos, hijas, esposos y familiares desaparecidos por el conflicto armado y la guerra. Los lemas que las acompañan “hasta encontrarlos” “Vivos se los llevaron y vivos los queremos” “No están en el olvido” “En casa los esperamos” junto a las camisetas y retablos que inmortalizan el momento con la fotografía de los desaparecidos son las amenazas de “resurrección” con la que persisten estas mujeres.

Ellas son las “magdalenas de todas las horas” que han afinado el oído, para escuchar la voz del resucitado en la odisea de la búsqueda de sus seres queridos. Mujeres del alba, discípulas de las horas difíciles, que salen de madrugada y con su valiente persistencia siguen corriendo las piedras de los sepulcros. Su clamor profético de denuncia, de su experiencia íntima con la vida, de su radical osadía, se une al mandato chispeante de Pascua que el resucitado dirige a la Magdalena “Vete donde mis hermanos y diles” (Jn 20, 17) convirtiéndolas en anunciadoras intrépidas de resurrección.

La muerte ya no tiene poder sobre ellas, su única amenaza es el amor incontenible, no pueden, ni quieren quedarse con ese don, apóstolas que se resisten a ser silenciadas y van a anunciar a sus hermanas y hermanos, que el Dios de la Vida se les ha aparecido y que continúa resucitando a los olvidados y olvidadas de la historia.

Referencias:

Torres, P. (2017). RETIRO EN LA CIUDAD, el Dios de la ternura, el cuidado y la misericordia “hasta el extremo”. Cristianisme I Justícia

Teóloga

Luz Milena López Jiménez. FMA

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