La niña de los pechos agrietados
sumisa,
callada,
te he visto aborrecer tus senos de musa amada
acribillando tu ideología
despojada de los amores prohibidos,
desnuda.
Una vez te mire el alma,
perdida entre dos surcos dorados
escondiendo todas tus mentiras
aborreciendo tus deseos, tus miedos.
Y las miradas.
Impotencia.
Nunca supe sujetarte,
la lejanía
la indiferencia
son cómplices de mis deseos
-aquellos que me separan de mis más abruptas incoherencias-
El deseo me amordaza con cada suspiro
el sueño de palpar tus labios rojos de mujer fácil me sofoca
nuestros sueños, un abismo.
y el cielo decreta que te amé rota,
destrozada.