Manifiesto del Espíritu en el Cónclave:
PRIMERO:
Si buscan al obispo de Roma, al Papa de la Iglesia,
no pueden hacerlo sin acoger también los sentir-pensares de las mujeres.
Que en este cónclave no se escoja solo un sucesor…
sino una nueva forma de seguir y escuchar a Cristo en todas y todos.
SEGUNDO:
Jesús no solo vivió, trató y habló con mujeres:
las escuchó, caminó con ellas y confió en su palabra.
Que la Iglesia, y también el cónclave,
con el auxilio de la Ruah, sigan sus pasos.
Y si aún buscamos sus señales
para que mueva la Iglesia como en Pentecostés,
miremos no sólo hacia el cielo, sino a los márgenes,
a las grietas del templo rasgado,
a los cuerpos que esperan ser escuchados.
Porque la Iglesia en el mármol no florece,
sino en la escucha reverdece.
TERCERO:
En estos días de cónclave,
recordemos que Dios rasgó el velo del templo.
La gracia que antes estaba encerrada,
ensimismada y cubierta de polvo,
fue devuelta a todos, todos, todos
.
La gracia, no se vive solo con incienso,
sino con la valentía de mirarnos a los ojos como iguales,
de abrir los brazos como semejantes,
y de caminar juntos, incluso en disenso.
Flor de Maria Serrano (Pochita Fu) desde Cusco, Perú