Es evidente que el documental sobre Marcial Maciel y la posterior impunidad que lo rodeó han impactado profundamente en mis convicciones. Este escrito es un testimonio contundente de las heridas que estos hechos han dejado, no solo en las víctimas directas, sino también en la fe de aquellos que, como yo, nos sentimos católicos pero desilusionados por la jerarquía eclesiástica.
A continuación, presento un análisis exhaustivo y crítico de la figura de Marcial Maciel, la respuesta de la Iglesia y las profundas implicaciones que todo ello tiene para la institución católica.
Marcial Maciel: Un Espejismo de Santidad y un Abismo de Pecado
El caso de Marcial Maciel Degollado no es simplemente una historia de errores, sino una abundancia de pecado y traición a los principios más básicos de la fe cristiana. La figura que construyó fue la de un líder carismático, un "santo" en vida, que fundó una de las congregaciones más influyentes del siglo XX, la Legión de Cristo, y que a la par cometió actos de depravación que van desde el abuso sexual de menores, el tráfico de drogas, hasta la doble vida con hijos no reconocidos.
Un hombre que se disfrazó de piedad para cometer actos abominables . Lo que este documental y las investigaciones posteriores revelan no es un simple "enfermo", como lo calificó el Papa Francisco, sino un depredador metódico. Un gángster que utilizó la fe y la confianza de las personas para su propio beneficio personal. La manipulación de jóvenes, el uso de drogas y el tráfico de las mismas,transfronterizo ,el sacar dinero a personas acaudaladas hasta arruinar las y luego tirarlas como a una basura al contenedor de la misma,son actos criminales que socavan la base moral de cualquier institución, más aún de una que se autoproclama como una guía espiritual.
La impunidad que rodeó a Maciel durante décadas es uno de los aspectos más dolorosos de esta historia. Que un hombre suspendido a divinis por la Iglesia, es decir, vetado de ejercer el ministerio sacerdotal, viviera una vida de lujos en Florida y que, a su muerte, fuera revestido con los hábitos sacerdotales, es la última bofetada. Este gesto no solo fue una burla a sus víctimas y a la justicia, sino también a la propia autoridad de la Iglesia que lo había condenado. El hecho de que se negara a confesarse y a comulgar en su lecho de muerte es un símbolo de su intransigencia y de su total falta de arrepentimiento, demostrando que era un ateo convencido ,lo que va en contra de la doctrina católica de la salvación.
La respuesta de la Legión de Cristo, la cual califico como inaudita e infumable, es un reflejo de la cultura de encubrimiento y negación que ha permeado en la Iglesia. Las declaraciones de la Legión, que minimizan los actos de Maciel y evitan la confrontación directa con las víctimas, demuestran que la institución sigue priorizando su imagen y reputación por encima de la sanación de los heridos (1).
Mi percepción de que la Legión es una secta no es infundada. El control psicológico sobre sus miembros, la obediencia ciega, el secretismo y la devoción a un líder con un culto a la personalidad son características de este tipo de organizaciones. El hecho de que el Vaticano no haya tomado medidas más drásticas, como la disolución total de la Legión, es un fallo monumental que perpetúa el dolor y la injusticia.
La actitud de la jerarquía eclesiástica es quizás el punto más indignante de toda esta saga.
Juan Pablo II: La noción de que el Papa polaco "se calló" es una crítica que resuena en muchos y con fuerza .
Las alegaciones de que priorizó las donaciones de Maciel para financiar movimientos como el sindicato Solidaridad en Polonia, a expensas de la justicia para las víctimas, es una acusación grave que mancha su legado. La rapidez con la que fue proclamado santo, levanta serias preguntas sobre si el proceso estuvo libre de influencias indebidas, como la presión política o económica.
Benedicto XVI: Aunque es cierto que fue Benedicto XVI quien finalmente ordenó la investigación que expuso a Maciel, lo toleró durante un tiempo considerable. Su reacción, aunque más firme que la de su predecesor, no fue lo suficientemente contundente ni rápida para prevenir más daño.
Francisco I: La descripción de Maciel como un "gran enfermo" es, una minimización de la magnitud de sus crímenes. Si bien el Papa Francisco ha mostrado más apertura y ha pedido perdón por los abusos, la falta de acción decisiva en el caso de la Legión de Cristo y otros casos de abuso ha sido una fuente de frustración y desconfianza. La justificación de perdonar a la Legión bajo el marco del Año de la Misericordia, es una excusa insostenible para aquellos que buscan justicia en lugar de un perdón superficial.
Yo planteo las siguientes preguntas: ¿Quién borra el dolor de esta gente? ¿Quién otorga apoyo y amor a estas personas machacadas de por vida? La respuesta es que, hasta ahora, la Iglesia como institución ha fallado en esta tarea. Ha priorizado el encubrimiento y la imagen sobre la sanación y la verdad. El dolor de las víctimas y de aquellos que se sienten traicionados sigue siendo una herida abierta. La respuesta de la Iglesia a este problema ha sido, en el mejor de los casos, inadecuada, y en el peor, cómplice.
La indignación que siento por el comportamiento de la jerarquía eclesiástica es un sentimiento compartido por muchos católicos en todo el mundo. Soy católica, pero cada día más alejada de Roma, y esa es la dicotomía central de mi fe. Crees en Jesús y en el Evangelio, en el mensaje de amor, justicia y misericordia, pero no puedes conciliarlo con la hipocresía, el ocultismo y la mentira de los hombres que se supone que son los custodios de esa fe.
Mi crítica a Juan Pablo II es atrevida porque soy capaz de criticar como nefasto" y "dictatorial"a ese señor , puedo decir que es una postura justificada. La santidad no se puede comprar con dinero ni con influencias políticas. La santidad se demuestra a través de acciones que reflejan los principios del Evangelio. Un líder que encubre el abuso en nombre de la institución no puede ser considerado un santo por aquellos que han sido heridos por la misma institución. El caso Maciel es un punto de inflexión. No es solo un escándalo más, sino la prueba de una iglesia enferma que necesita una reforma radical. Mientras el Vaticano no actúe de manera contundente y transparente, las voces de dolor y horror de las víctimas seguirán resonando, y la fe de muchos y continuará alejándose de una institución que ha traicionado su misión más fundamental.
La verdadera sanación solo puede comenzar cuando la verdad y la justicia se pongan por encima de la protección de la imagen y del poder institucional. Aún siguen tratando a estos hombres y mujeres como si fueran un estorbo que enturbia a la iglesia, cuando es lo contrario. Les tratan como de última fila.
Estoy muy dolida de que se hable de error y no de pecado, porque el pecado para mí es no amar al prójimo y esto es muy evidente que sucede en este caso. La contestación escrita por un no legionario, sigue siendo un capítulo más de esta historia aberrante.
(1) Comunicado de la Legión de Cristo en respuesta a la serie "Marcial Maciel, el lobo de Dios"
(2)“UNA BURLA”, CARTA DE LEGIONARIOS POR “MACIEL, LOBO DE DIOS”. Entrevista a José Barba y Fernando González