El amor irrumpió por tus desvelos
atravesó tu carne
tus entrañas
tu ruta
amor pasión,
dardo que roturó tu corazón doliente
dardo que iluminó tu corazón amante.
Fuiste amiga en sus lunas y en sus soles
fuiste apoyo
fuiste el hombro que acogió su cansancio,
la mano que recogió sus soledades.
María la de Magdala
calumniada
olvidada,
fuiste gestora de una ruta nueva
de un camino
que alumbra otras mañanas.
Tu abrazo en el jardín
se instauró
en la memoria por los siglos.
Carmiña Navia (Cali, 2008)