#apóstoladelosapóstoles Mariahm

Abrazo luminoso del espíritu

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 Yo fui la piedra arrojada para dar inicio al sepulcro fui la piedra en cuyo centro ardía la luz de Dios. 

Un ánfora de mirra y olivos, la íntima entraña del tiempo que desgarra las costuras raídas de los párpados ciegos. 

En esta hora precisa, donde estalla la claridad del día fue el abrazo luminoso del espíritu: “Ve y diles”. 

Estremecida hasta la pulpa de los huesos, esparcí la semilla de la buena nueva en los campos afligidos. “Debió haberla cegado su condición de mujer” dijeron, quizá retornaron los demonios a su cuerpo en el desasosiego. 

Qué saben ellos de esta llama que urge en lo más recóndito de mi alma, del relámpago dulcísimo que me espiga. Soy la bienaventurada, la que antes de haber visto, ha creído, el dócil cáliz que gesta la fe, más allá de todas las dimensiones. 

Esto es lo que soy, hermana, trigal donde la luz madura, un cuerpo de ceniza que fecundó el incendio de los siglos. 

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