#25N2025 Soy Mujer, soy Cuerpo, Soy tierra

Soy Mujer, soy Cuerpo, Soy tierra
Soy Mujer, soy Cuerpo, Soy tierra

Como conquistador, llegaste e invadiste mi territorio, dijiste eres mía, por tanto, me poseíste, con fuerza heriste mi piel, me hiciste tuya, luego con tu espada comprobaste, si mi interior sangraba, si era tierra virgen, ¡y yo no comprendía!

Me colonizaste, impusiste tu cultura, tu religión, tu control y tu dominio. Se me figuraba que a lo mejor eras una divinidad, un ser superior, lleno de sabiduría. Recuerdo precisamente el día que con la Biblia en una mano y el látigo en la otra me dijiste que mi alma salvarías, si es que algún resto de esta aún había, luego me acusaste de que mi cuerpo era malo, pero que de eso tú te encargarías. Hasta el día de hoy veo las cicatrices en mi ser en forma de heridas.

Dejaste huellas, tus pisadas, contaminaron mi región, pero yo lo permitía, no sabía, ignoraba tanto de ti, ¡era tan inocente! No identificaba tus acciones, esas señales que ahora sin duda puedo decir que eran coloniales. Yo, inconscientemente fui aceptando tu hegemonía, y tú con paso firme poco a poco me doblegabas, me reprimías; violentaste mi entorno, y explotaste mis recursos, tu bota ya estaba sobre mí vientre totalmente, yo me sentía impura.

Silenciaste mi voz, mi espíritu y pensamiento, eliminaste de mi tierra, y de mi vientre el canto, el baile, mi risa y mis tradiciones; prohibiste mis anécdotas y leyendas, me esclavizaste e impusiste tu conocimiento y tus leyes imperiales, y todo esto ¿para qué? Para demostrar que eras superior a mí, mestiza y tu hombre blanco, para señalar que tu sabiduría sobrepasa la que mi tierra tenía, la cual veías antimoral, pecaminosa y como hechicería. Yo te di flores, pero tú mis tesoros querías, yo te di la bienvenida y en cambio tú mi corporalidad herías, por mi saber, hacer y ser, esto te enaltecía.

Pero ahora, no puedo seguir reproduciendo esta aberrante colonialidad impuesta, debo asumir la propiedad y autonomía de mi cuerpo, porque sé muy bien que, en tu mundo blanco, no cabe mi mundo indígena y negro, por tanto, debo liberarme de tus garras, de tu odio y de tu visión de dominador.

Oh tierra mía, cuerpo mío, mantén viva tu memoria, y no permitas más que la colonialidad te haga olvidar que tienes aliento de vida y dignidad, y que esto te hace dueña de tu libertad y de la capacidad de construir tu propia historia a partir de tu saber y corporalidad.

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