#adviento2023 DESDE UNA REFLEXIÓN SORORA

DESDE UNA REFLEXIÓN SORORA
DESDE UNA REFLEXIÓN SORORA

Contaré una vivencia que impacta el sentido de mi existir como mujer, de manera importante.

Ahí estoy, aceptando sororamente la invitación a bordar de manera libre en el gran bordado colectivo.  Han pasado casi tres años desde la última vez que estuve en el Museo de la Mujer de la Ciudad de México, la cuna de mi despertar consciente a una gran realidad en el mundo, la VIOLENCIA EJERCIDA CONTRA LA MUJER.

Recuerdo cuando llegué a inicios de 2019 a este museo, atraída por varios factores, era para la MUJER, había un curso de creación literaria y estaba ávida de incursionar en otras actividades culturales como consecuencia de mi recién jubilación.

El museo, en ese entonces era muy pequeño y me pareció acogedor. Estuve en varias actividades por un poco más de un año, hasta que la pandemia del Sars-Cov 2 anunciada en México, desde marzo de 2020, impuso a la humanidad un alto temporal. Estas acciones compartidas y guiadas a través de excelentes talleristas y ponentes, me fueron abriendo los ojos a la realidad penosa que vivimos muchas mujeres en el mundo, acompañada del latigazo del asombro, del dolor, y del enojo, al escuchar de viva voz las historias de mujeres, jóvenes y viejas, con mucha o poca formación académica, de diferentes estratos sociales; todas con un patrón similar, vivir en un mundo cotidiano donde la VIOLENCIA en sus muy diferentes expresiones es ejercida sistemáticamente hacia nosotras.

Ahí conocí palabras como PATRIARCADO, OLAS DEL FEMINISMO, SORORIDAD, y recordé con claridad otras como, MISOGINIA, MACHISMO, FEMINICIDIO que aun conociendo y más viviendo, no habían sido analizadas, concientizadas y declaradas una arbitrariedad tanto en mi cotidiano como en mi entorno social como muestra de LACRA SOCIAL.

A su vez, también escuché la valentía con que las mujeres sentadas alrededor de esa mesa de trabajo, al igual que muchas otras desde que se abrió el Museo de la Mujer, han dejado y manifestaban su impronta, rebelándose ante tanta injusticia social. Para ello, primero capaces de reconocer que hemos sido violentadas, después escribiendo catárticamente sobre ello, para luego más conscientes, empezar a luchar por transformar nuestro entorno personal y así ser semillas para un mundo mejor. Para ello, primero estudiando del tema, luego gestándolo en nuestra mente para después, darlo a luz a través del canal de parto con acciones concretas y sororas en nuestra realidad cotidiana.

Camino arduo que sé será necesario recorrer una y otra vez, por toda mi vida. Ahora en ese noviembre dos, ahí estoy, motivada por la ofrenda que el Museo expone.

Cada vez que lo visito, muchas fibras vibran en mi interior, unas de seguridad, metafóricamente hablando, es como si regresara al cobijo del útero social donde puedo leer de muchas otras MUJERES, que a través de la HISTORIA, con arrojo, valentía, perseverancia, ahínco, fuerza, motivación, lágrimas, esfuerzos y aún más hasta dando la vida han levantado la voz en PRO de la EQUIDAD DE GÉNERO y del RESPETO hacia y por la MUJER.

Es importante reconocer que este recinto abrió sus puertas como una matriz social el 8 de marzo de 2011 y que la tarea que se desarrolla en el ha requerido no solo la capacidad intelectiva, cultural, social consciente de sus dirigentes y colaboradoras, sino va más allá, ha sido dejar en el día a día la vida por acrecentar sus ideales, y la única forma es mamándolos para así haciéndolos suyos, poder compartirlos con otras y otros.

También otras sensaciones se desencadenan desde mi ser interior, las del enojo, la inconformidad, la tristeza profunda al reconocer la desbordante VIOLENCIA que se sigue ejerciendo y que creció exponencialmente es esta pandemia, que aún no se logra superar.

Como siempre este recinto, actualizado, fomenta la conciencia social y muestra alternativas nacidas de esfuerzo titánico, en esta fecha, con dos exhibiciones temporales, LAS HIJAS DE LA PACIENCIA de Daniela Duarte Gottdiener y TEXTURAS DE LA VIDA de Wendy Moyer. Ambas llevándome a la reflexión y al compromiso por crear y esforzarme por un mundo mejor, desde mi realidad. Así también, como la ofrenda para aquellas mujeres jóvenes mexicanas que en los últimos años han sido masacradas.

Y por último una reflexiva invitación, dejar plasmado con unas puntadas propias, en un acto sororo, mi sentir o mi presencia.

Esta pequeña acción, en el tiempo que me llevó realizarla, me permitió introspectar y me hizo sentirme una con las otras mujeres que antes que mí, lo habían hecho y también con las que después de mí tuvieran la voluntad de realizarlo. Fue vencer el reto de bordar unas letras, M.E.,M.M. porque había movimientos apenas perceptibles que me costaron mucho, como consecuencia de los dos traumatismos en mis muñecas. Al mismo tiempo, que la gran satisfacción de dejar con mi pequeña muestra de presencia, que me unía a OTRAS SORORALMENTE.

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