#ConRostroDeMujer Relectura de mi vida

Relectura de mi vida
Relectura de mi vida

           En el caminar de mi historia  hay muchas nostalgias de momento, lugares, olores, el colorido de las flores, el sonido de los arroyos, el canto de los pájaros; personas que marcaron mi vida, han dejado  huellas, algunas que  causaron heridas imborrables, otras que  edificaron a las que recuerdo con gran aprecio, también pérdidas afectivas como la muerte de mi madre y la de mi hermano y amigos; todo fue muy triste y doloroso  como todo mi pasado, fue muy significativo que marcaron mi existencia.

            Mi madre fue una mujer campesina su nombre. María Isabel Rojas de Vargas quedó viuda con tres hijos, una mujer que no tuvo la oportunidad de una formación académica sin saber leer ni escribir como tantas de su época, pero con unas cualidades inmensas, católica con una fe inamovible. Mis raíces son campesinas, mi madre me relataba como después de quedar viuda conoció al  que fue mi padre del cual  solo tengo un vago recuerdo solo sé que su nombre era Clodomiro Pinzón, soy la cuarta de tres hermanos, era una familia de escasos recursos con decirles que mi madre lavando ropa ajena y moliendo maíz para preparar arepas conseguía  lo necesario para vivir, una de mis distracciones era jugar con una  gata la llamaba pacheca mi compañera, la vivienda donde vivíamos  estaba construida en pedazos de madera  vieja, aún no  había luz eléctrica en todo el caserío   mucho menos un televisor esto era algo normal, la luz que se tenía para alumbrar en las noches era una lámpara que alumbraba con un combustible llamado petróleo.

            Mis primeros años los viví en el campo en el departamento de Santander del sur una vereda llamada san Isidro. Mi madre asistía a misa todos los domingos y las fiestas importantes que celebra la iglesia, para desplazarnos al pueblo debíamos caminar varias horas a pie, recuerdo a mi madre entrar a la iglesia conmigo en brazos, sin duda alguna mi madre fue un gran ejemplo de lucha.   Mi formación académica. A los siete años ingrese a la escuela, mi profesora se llamaba Flor Martínez de primero y segundo grado, también recuerdo mi otra profesora Sara de tercer grado. Para unas vacaciones de mitad de año viajamos a la ciudad (Bogotá) dejando atrás tanta pobreza buscando nuevas oportunidades, pero la realidad fue otra, no pude continuar con mis estudios, ya había cumplido catorce años y sentía una gran frustración al no poder estudiar.

           Me embaracé a los catorce años, vivíamos al sur de la ciudad de Bogotá en una de las periferias de ciudad Bolívar un barrio formado por una invasión. El anhelo más grande de mi vida era estudiar, en el 2008 valide primaria y luego el bachillerato, seguí adelante con mis estudios en el 2015 se dio la oportunidad y me inscribí en la Uniclaretiana para estudiar Teología, logre ingresar en el 2018 pero las condiciones económicas no eran favorables, fueron muchos esfuerzos y sacrificios.

         En todo este caminar era como si Dios hubiera estado ausente pero no, un día entré en un profundo desconsuelo, mi vida parecía no tener sentido y me encontré en el más profundo dolor, sentimientos encontrados ya no estaba mi madre y mi hermano me sentía muy sola había alcanzado en gran parte mi sueño de estudiar. Siguiendo el ritmo de la vida me encontré con una nueva experiencia en mi camino, debíamos regresar al pueblo y entre a la misma iglesia donde un día mi madre me llevó en brazos ahora la llevábamos con mis hermanos en un osario para que sus cenizas reposarán en el cementerio junto con mis abuelos.

        Por un instante como un relámpago pasó toda mi vida como una película y vi que Jesús había caminado conmigo todos estos años de mi vida, las veces que lloré y las dificultades por las que he tenido que pasar, Él estaba ahí, cada caída se unía a las caídas de Jesús camino al calvario, ahí estaba Jesús ayudándome a llevar mi cruz, cada logro era un milagro que acontecía en mi vida. Jesús se encarna en la realidad del que sufre, nos ayuda hacer nuestro propio camino en (Isaías 41:10) “Dios dijo, no temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia”.

Volver arriba