#sentipensar ¿Salir o quedarse? Una disyuntiva del cuerpo femenino

"Cuando Jefté volvió a su casa en Mizpá, su hija le salió al encuentro; tan contenta estaba de ver a su padre, que bailaba, acompañándose de su pandereta. Era la única; fuera de ella no había hijas o hijos." (Jueces 11,34)

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La violencia religiosa sacrifica naturalmente el cuerpo femenino, porque lo interpreta como un cuerpo instrumental que desconoce sus deseos y necesidades. El cuerpo masculino se identifica como la idealización del ser, ejemplo de poder y autoridad, mientras que el cuerpo femenino constituye la abstracción y la negación de la corporeidad humana. Gabriela García expresa que “la sociedad patriarcal es una sociedad sacrificial” [1], en el sentido que la sociedad patriarcal comprende el acto de sacrificar como virtud o vocación de lo femenino. A través de la historia de la hija de Jefté, identificamos esta sociedad a la que puedo llamar patri-sacrificial, que naturaliza la subordinación e inferiorización de la mujer, el egocentrismo masculino para decidir sobre nuestros destinos, la culpabilización de la víctima y la normalización del sacrificio como un acto no violento.

No sorprende que la hija de Jefté no tenga nombre propio. Por ello, se hace necesario recuperar su identidad y su cuerpo concreto, que fue sacrificado/asesinado para cumplir con un sistema que categoriza a las mujeres como propiedad privada masculina. Entonces, la llamaremos Letícia.[2] Si examinamos este pasaje bíblico, podemos deducir que Jefté sabía que su insensato voto podría devenir en el asesinato de su hija Letícia por las siguientes razones: Jefté no tenía esposa (por lo menos en el texto de Jueces no lo dice); Letícia era su primogénita y única hija; era costumbre que las mujeres salieran a recibir a los hombres cuando regresaban de las batallas (I Sam 18,6; Ex 15,20) y; en aquella época no era común tener mascotas que pudiesen salir al encuentro del amo.

Irónicamente, la reacción reflejo de Letícia de salir a recibir a su padre le costó la vida. Esta historia bíblica pudiera suponer que Letícia, dentro de casa, habría estado protegida. Sin embargo, sabemos que habitar un cuerpo femenino no brinda seguridad, ni en el espacio privado ni en el público. Hay mujeres que sin salir de casa fueron asesinadas. Salir y ocupar espacios no debe ser sentencia para ninguna mujer. Limitar nuestra libertad de salir, de hacer, de ser, perpetúa un patriarcado que (nos) cosifica, culpabiliza y deshumaniza. Salir en cualquier sentido (¡y bailar

al son de cualquier pandereta!) no tendría que ser sentencia ni disyuntiva para ninguna mujer…

¡Que la confirmación de la vida prevalezca sobre nosotras!

[1] García, G. “Mujeres sacrificadas y violencia religiosa: una discusión sobre el martirio y la religión patriarcal” en Baltodano, M. y García, G. (coord.). Género y religión: sospechas y aportes para la reflexión. San José́, 2009.

[2] En honor a Letícia Tanzi, una niña de 13 años que fue asesinada por su padre en 2018 porque se negó a retirar la denuncia de violación. https://vejasp.abril.com.br/cidades/homem-que-matou-filha-que-denunciou-estupro-esta- entre-os-mais-procurados/.

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