Está naciendo algo nuevo, ¿no lo notan?

Tu presencia Jesús, sacude las raíces y libera el sentido pleno de la existencia humana que es amar y obrar el bien.

La justicia y la rectitud, es honrar tu nombre y dejarnos iluminar por el sol de justicia que lleva la salud en las alas, nos renueva cada amanecer y cada atardecer nos renueva con el gozo de la misión cumplida al final de la jornada.

Solo permanece lo que se ha construido con los cimientos del amor, la verdad, la justicia y la paz. Lo demás cae por sí mismo tarde o temprano y debe acabar para dar paso a lo nuevo, aunque eso implica violencia, dolor y sufrimiento; no obstante, quien nos amó primero, nos dará palabras y sabiduría a la que no podrá hacer frente ni contradecir a ningún adversario. Incluso los más cercanos, familiares, amigos, nos traicionarán y algunos nos matarán y odiarán por honrar el nombre y la causa de Jesús.

Pero ese, no es el final sino el comienzo de la liberación integral. Por ahora seguimos perseverando e insistiendo en lo que nos da vida y salud a nuestra alma, es decir mantiene en pie nuestra búsqueda y lucha por la justicia y la paz. Seguimos trabajando en lo que nos corresponde, sin renunciar a los sueños que nos impulsan a ir más allá, la esperanza nos alumbra y nos indica que el Señor viene a regir la tierra con justicia y los pueblos con rectitud. (Mal 3, 20ª; Lc 21, 5-19; 2Tes 3,7-12; Sal 97)