Tiempo de espera. Tiempo de acompañarte desde el silencio y la oscuridad de una muerte necesaria para que la Vida sea posible.

Tiempo de manos unidas en el dolor y en la esperanza de verte Vivo en nuestro cada dia. Aunque sea complejo identificarte entre tanto sufrimiento, pero sabemos que estas aquí. Dándonos hasta tu último aliento de vida porque ese es el Espíritu que nos inunda y nos fortalece.

Tiempo de lagrimas contenidas hasta la emoción de volver a sentirte anclado en nuestra piel, en nuestra cotidianidad, en nuestros gestos, en nuestras palabras. Esas palabras que cada día te solicito para ser instrumento de Ti, camino hacia Ti, entrega a tu promesa del Reino aquí y ahora.

Tiempo para acariciar tus heridas dormidas, que son fruto del amor, de la entrega sin reservas, de la confianza en nuestra pequeñez. Tiempo también para reconocer las mías y colocarlas en tu presencia, igual que mi descanso, mi carga, mis alegrías y mis preocupaciones. Hoy  me has recordado en estos días que “no tema”, que Tú llevaras todo esto por mí, por cada uno de los seres humanos que habitan este mundo.

Tiempo para recordar que tu Resurrección es para este tiempo, para este siglo. El cielo se construye aquí, con nuestros hermanos y hermanas, con nuestros pesares y esperanzas. Con nuestros duelos y nuestros desvelos. Con nuestro esfuerzo y con tu Aliento que no cesa.

Tiempo hoy para renacer contigo en cada instante. Para re-vivir, para reconstruir, para dignificar nuestra alma dormida, para volver a recordar lo que significa amar como tu nos amas. Gracias Señor de mi alma por tanto AMOR REGALADO