#adviento2023 ¿Vienes? ¿Acaso ya no estoy?

¿Vienes? ¿Acaso ya no estoy?
¿Vienes? ¿Acaso ya no estoy?

Tu vida se ha convertido en mi domicilio

Te acostumbras a mí y por eso preguntas: ¿vienes?

Tu vida se ha convertido en mi domicilio, una serenata es el continuo tocar de la puerta, entras y sales tan perdida en el ajetreo, pero… ¿Adviertes mi presencia?

¡Ven! ¡Ven! ¡Ven! Es la súplica constante y la cerradura permanece intacta, te olvidas que la puerta se abre desde dentro.

¡Aquí estoy! Soy Adviento cotidiano, basta que des una mirada a la historia, pero no a la de los libros de teología, a la tuya, una historia profundamente humana y divina, allí siempre he estado con un derroche loco de esperanza.

Esa es mi lógica, me he encarnado en la vulnerabilidad, hijo del pueblo, pan partido en el cuerpo de un bebé.

¿Vienes? Siempre estoy presente en tu realidad, hablándote en el silencio y en el caos de cada día, anclado en tu existencia.

¡Ven! ¡Ven! ¡Ven! Lo suplicas en la oración, no me busques en la estructura, en jerarquías excluyentes, en el cuidado puritano para no quebrantar el rito, ni en el legalismo asfixiante de normas que oprimen.

Estoy en la periferia, en los olvidados, en las mujeres violentadas, silenciadas, invisibilizadas, en los gestos humanizantes que incomodan, en la mirada de una madre que lucha por sus hijas e hijos, en los ojos cuál poesía a quemarropa clama por la justicia. ¡Ven! ¡Ven! ¡Ven! Retorna la petición. No voy, porque ahí estoy, dentro de ti, siempre en camino, comparto el éxodo constante de los migrantes y peregrinos, allí donde resucita la dignidad humana, ahí estoy. 

Soy el Emmanuel, siempre presente en la odisea humana, así que no me preguntes ¿vienes?…

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