#triduopascualfeminista2025 Una abuela azul desde Chihuahua/Barcelona

| Luz Estela (Lucha) Castro
Soy abuela azul. Acompaño con amor, dignidad y rebeldía la vida de mi nieta en el espectro autista.
Hoy, desde mi fe y mi compromiso como teóloga feminista, me siento profundamente indignada por las declaraciones de Robert F. Kennedy Jr., Secretario de Salud de EE. UU., quien afirmó que los niños autistas “nunca pagarán impuestos, ni trabajarán, ni saldrán en una cita”.
¿Puede imaginar una madre o abuela escuchar que su hija, su hijo, ha sido condenado públicamente a la muerte social?
“Y a ti misma una espada te atravesará el alma” (Lucas 2,35). Ese fue el anuncio a María ante el destino de su hijo. Y así mismo, con el alma atravesada, se sienten hoy miles de madres y abuelas de Estados Unidos, cuando un funcionario de alto rango reduce a nuestros hijos e hijas a seres desechables
Sus palabras no sólo son ignorantes. Son violentas. Reflejan una visión capacitista que mide el valor de las personas por su utilidad económica. Quienes piensan así no comprenden la riqueza infinita de las personas neurodivergentes, ni la diversidad de formas de amar, crear, aprender y vivir que existen.
¿Sabrá el señor Kennedy que Elon Musk, empresario con poder global, ha hablado públicamente de su condición autista? ¿Que Bill Gates, referente mundial en tecnología, también ha sido identificado dentro del espectro? ¿Se atrevería a decirles a ellos que son una carga para el sistema?
Nosotras, las familias azules, no medimos la dignidad por el dinero que alguien genera. Nosotras valoramos la vida como don sagrado. No aceptamos una cultura que desecha lo que no entiende. Ni permitiremos que el Estado convierta en política pública el desprecio.
El Evangelio nos llama a reconocer a Dios en quienes el mundo desprecia, nuestros nietos, nuestras nietas, son imagen viva del Dios de la ternura.
A las madres, abuelas, hermanas y familias en Estados Unidos que hoy sienten la herida abierta por estas palabras: no están solas.
Desde este lado del mundo, tejemos con ustedes una red de sororidad que no conoce fronteras.
Nos une la ternura, nos une la indignación, y nos une una certeza más fuerte porque la resurrección también comienza cuando nos unimos para alzar la voz por quienes otros intentan silenciar.
—Una abuela azul desde Chihuahua/Barcelona
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