#LectioDivinaFeminista “El buen pastor da su vida por las ovejas …”

“El buen pastor da su vida por las ovejas …”
“El buen pastor da su vida por las ovejas …”

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL IV DOMINGO DE PASCUA. 

Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 11-18 

En aquel tiempo, dijo Jesús: 

«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. 

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. 

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. 

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre». 

“El buen pastor da su vida por las ovejas …” 

Detrás de esta lectura del Evangelio de Juan, está en juego el modo de ejercer el liderazgo. No se pone en duda la necesidad de líderes, sino el modo de ejercerlo… Es un modo de liderazgo que parte de una premisa, que todos somos hijos e hijas de Dios, somos iguales. Un tipo de liderazgo donde nadie es más que nadie, donde toda persona como hija e hijo de Dios, habitado por el espíritu, tiene voz y voto. Algo de esto queremos ir viviendo en la Iglesia con el Sínodo de la Sinodalidad. Este Sínodo es tiempo de gracia y de posibilidades, pero solo si nos lleva a una verdadera y profunda CONVERSIÓN personal y se plasma en profundos cambios estructurales, que vehiculizan esta igualdad fundamental, frente a modelos patriarcales enraizados durante siglos. 

El liderazgo de Jesús, devuelve dignidades… nos hace hijas e hijos, en igualdad radical. La sinodal dad comienza por devolver dignidades… 

Yo doy la vida por las ovejas” “Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla 

Jesús es dueño de su vida, se sabe hijo amado… esta certeza le da una dignidad y valor que nadie le puede arrebatar… Porque es dueño de su vida la puede entregar libremente y ponerla al servicio de los demás, para dar vida y vida en abundancia. 

Como personas cristianas estamos llamada a aprender de Jesús este modo de liderazgo que da la vida por los demás, que convoca y reúne a todos y todas sin excluir a nadie, también a los diferentes- “Al que no es de este redil” 

Pero solo podemos entregar la vida cuando “somos dueña de ella”, cuando desde nuestra libertad radical, la tomamos en nuestras manos y agradecidas por el Don, la ofrecemos a los demás. Desde la certeza que Dios nos ama en nuestra identidad más profunda, desarrollamos nuestras capacidades sin miedo y las ponemos humildemente y con agradecimiento al servicio de los demás… abiertas y guiadas por el Espíritu de Jesús. 

Pero ¿Pueden ser dueñas de sus vidas, las mujeres víctimas de abusos, de trata, de violencia de género, mujeres maltratadas, utilizadas como arma de guerra, anuladas en su dignidad…? ¿Son dueñas de su vida mujeres sometidas a una autoridad masculina… Mujeres que en ciertos lugares todavía se les niega el acceso a la escuela, a la universidad, a un trabajo fuera del hogar, a ciertos puestos de responsabilidad y liderazgo dentro y fuera de la Iglesia? ¿Mujeres que viven en una pobreza extrema o en contextos de guerra? ¿Pueden ser dueñas de su vida, personas que por su orientación sexual son perseguidas, cuestionadas, culpabilizadas y no reconocidas como miembros de la Iglesia en pleno derecho…? 

Entrar en relación personal con Jesús el Buen Pastor, que nos conoce a cada una en nuestra verdadera identidad, escucharle llamarnos por nuestro nombre, nos revela nuestra dignidad de Hijas e hijos de Dios, que nada, ni nadie nos puede arrebatar. 

“Queridas, ahora somos hijas de Dios” 

Y por ser Hijas, también herederas y con plenos derecho a entregar nuestra vida en todos los espacios que generen vida y devuelvan dignidades dentro y fuera de la Iglesia. Como Jesús somos llamadas y llamados todos a ser Buen Pastor que da vida, acompañando, enseñando, curando, coordinando, trabajando, creando proyectos liberadores, denunciando, creando alternativas, poniendo nuestros dones y capacidades sin restricciones al servicio de un mundo herido que tanto necesita de los dones de cada persona. 

Seguir a Jesús como Buen Pastor, es aprender otro modo de vivir la masculinidad y el liderazgo… Jesús no despoja de todo tipo de privilegios, nos libera y alerta de modos de ejercer el poder patriarcal, autoritarios, dominantes, excluyentes, competitivo… (como lobos) 

Con El aprendemos a sentarnos alrededor de mesas redondas, donde nadie es maestro, ni padre, todas las personas aprendemos unas de otras, mesas incluyentes, donde la diversidad es posible, cómo quiere ser la experiencia del Sínodo. 

No se da sin conversión, una conversión que pasa por soltar privilegios y puestos de honor, devolver dignidades y dar a cada quien un puesto en la mesa, dar voz. Todos y todas en el fondo tenemos este doble camino que hacer, reconocer nuestra dignidad y la de los demás, soltar privilegios y dar espacio al otro y otra, aprender a escuchar, hacer silencio y a decir lo que el Espíritu nos va revelando en el corazón … para llegar a sentarnos juntos y juntas en esa gran mesa redonda, mesa sororal en igualdad radical, plural, multicolor, enriquecida por la diversidad, donde nadie queda fuera. 

Volver arriba