#sentipensares2025 Cuando la ciudad tiembla: fe, miedo y dignidad migrante en Los Ángeles

Cuando la ciudad tiembla: fe, miedo y dignidad migrante en Los Ángeles
Cuando la ciudad tiembla: fe, miedo y dignidad migrante en Los Ángeles

Desde hace unos días, el cielo de Los Ángeles no suena igual. Helicópteros, redadas, presencia de la Guardia Nacional, calles en caos, supermercados y aulas vacías. En comunidades migrantes muchas personas han decidido no salir de casa, no ir al trabajo, no llevar a sus hijos a la escuela, no asistir a Misa. Hay miedo, sí. Pero también hay resistencia callada.

¿Qué significa hacer teología en medio de este miedo? ¿Qué significa acompañar espiritualmente cuando el cuerpo tiembla al escuchar una sirena?

Una pastoral encarnada no puede permitirse la complicidad del silencio institucional. Porque la pastoral no es un programa, es una presencia. No es un calendario, es una red viva. Y en estos días, esa red está hecha de llamadas por WhatsApp, clases por Zoom, oraciones susurradas en voz baja, manos que se extienden sin preguntar nombres ni estatus.

Jesús no solo habló del Reino. Lo caminó, lo tocó, lo defendió cuando estaba en peligro. Y nosotras, mujeres de fe, discípulas en los márgenes, no podemos sino seguirlo por esas huellas.

Hoy más que nunca, necesitamos una Iglesia que abra sus puertas y no las cierre, comunidades que sean abrigo, una espiritualidad que no solo consuele, sino que sostenga, acompañe y transforme.

El Evangelio sigue diciéndolo sin ambigüedad: “Fui forastero, y me recibiste.” No es poesía: es criterio del juicio final.

Que este tiempo de vigilancia y miedo sea también un tiempo de revelación y fidelidad radical.

Porque la fe no se prueba en los templos, sino en las fronteras. Y la teología, si no tiembla con el pueblo, es solo discurso.

Hoy, el cielo de Los Ángeles arde con preguntas. Y nosotras, mujeres de esperanza terca, seguimos caminando tras las huellas de Aquel que también fue perseguido. De Aquel que no huyó del dolor humano. De Aquel que —aún sin papeles— nos enseñó a invocar al Dios de los sin tierra.

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