Esta vez, mi relato inicia desde el quirófano a donde debo ir una vez más, con mi amado Dios de cirujano y la Virgen, como enfermera de cabecera, ellos junto a mis angelitos son mi fortaleza para este momento. Yo voy con toda la fe puesta en Dios, para volver a caminar como antes, para seguir adelante, pues adoro la vida, mis hijos y mi familia, que son lo más valioso que tengo. Los sentimientos encontrados son inevitables, pero sé que tú me vas a dar la fortaleza que necesito para salir pronto de todo esto, para no estar desanimada, porque tú estás a mi lado, dándome la mano para no dejarme caer. Gracias Dios mío.

Y gracias a tu inmenso amor, salí de la cirugía, me fue muy bien, pero duele demasiado estar así. También duele que a uno lo griten y le exijan algo que uno no puede hacer, como mover la pierna, ahora solo quiero pedirte que no se vuelva a pegar, que sea un poco más flexible. Veo a mi tío Enrique, le agradezco por estar siempre conmigo, especialmente en los momentos más difíciles de mi vida, sé que soy la hija amada y hermosa de Dios y por eso seguiré adelante.

Al despertar, solo puedo agradecer a Dios por regalarme otro día más de vida. Solo tú, mi Dios, sabes todo lo que en estos momentos está pasando en mi vida y quisiera decirle al pasado, que lo pasado pisado y voltear la página, seguir adelante dando todo de mí y para ello, lucharé sin desfallecer, por mí y por mis hijos. Lo único que te pido mi Dios amado, es que nunca me sueltes de tu mano, pues sin ti soy nada, pero contigo soy todo.