Cuando se habita en un mundo sin certezas,

las respuestas mueren.

Nada queda, se toca fondo…

En lo profundo nos abraza la perfección del silencio.

Las presencias que allí nos miran son vínculos que establecen cercanía,

entornos armoniosos, sorprendentes,

sin dudas ni contradicciones.

Se sabe estar con nosotras y entre nosotros,

co-crear dimensiones infinitas, contenidos palpitantes, preguntas transparentes,

tejidos invisibles que conectan, que emiten y transmiten, que transforman…

En la hondura de la presencia habitan profundos códigos espirituales.

Se descubren viviendo y conviviendo,

soltando las respuestas obsoletas que aprendimos en siglos.

Cuando se habita en un mundo sin certezas,

Nada queda, se toca fondo…