#sentipensares "Soy"

"Soy"
"Soy"

Soy el eco de voces antiguas, de mujeres que han caminado descalzas por desiertos, llevando en sus corazones la fe de quienes deben seguir avanzando. Soy la Hija de Zelofejad, de Noemí, de Agar, de María Magdalena, de la Samaritana, de aquellas que, en terrenos de frontera, encontraron ocultos caminos de esperanza.

Mis pasos sigilosos siguen las huellas de Hildegarda,una sabiduría que florece en el silencio, una resistencia que surge desde lo más profundo de la tierra. Miro al cielo y escucho a las estrellas, al igual que Sor Juana, buscando respuestas en el vientre del universo, pero siempre mis pies al ras de la tierra, porque desde la tierra, siguen alzando oraciones mis manos cuarteadas por el duro trabajo de la vida.

Vivo en la fragilidad de lo cotidiano, en la caída, en el cuerpo que se cansa, en la voz que, a veces, no alcanza. Pero en esa vulnerabilidad descubro un poder misterioso, una gracia que transforma el dolor en propósito, donde la soledad es constante presencia, y el sufrimiento es una canción antigua que nunca dejo de tararear.

Soy mujer puente entre generaciones, entre aquellas que buscan respuestas y quienes aún no han aprendido a preguntar. Sostengo en el trayecto, en el arte de caminar y en los caminos donde el dolor del exilio y el anhelo de hogar se entrelazan. En mi voz resuenan las profecías de mujeres que resistieron, que nunca se rindieron. Porque sus pasos construyeron futuros que aún no podemos ver en plenitud.

Mi misión es escuchar, escuchar el clamor de mi propio cuerpo cansado, como el susurro del viento que acaricia los árboles en otoño, como el de las almas que luchan por seguir creyendo, de aquellas que siguen buscando a Dios en medio del sufrimiento, para hablarles del misterio que habita en la fragilidad. En el quebranto, Dios suele hablar con claridad.

Soy el viento que acaricia las heridas, el susurro que recuerda que no estamos solas, que lo sagrado se encuentra en el cruce de caminos, donde lo incomprensible toca lo ordinario y donde el Santo Aliento nos renueva para seguir caminando, no con pasos perfectos, sino con estos pasos vacilantes que conocen la belleza de lo frágil Y que saben llegar al final de los caminos.

Volver arriba